Después de inventar las tiendas sin tienda, ahora se han inventado las tiendas sin personal, que se han dado en llamar tiendas inteligentes. Lo publicábamos el pasado jueves en nuestra web. No necesitan personal y están abiertas 24 horas, siete días a la semana. Como las tiendas online, o sea, las tiendas sin tienda.
Quizá es que me estoy haciendo muy mayor, pero la cosa me supera. ¿Llamar tiendas inteligentes a estos espacios -ya muy extendidos por otra parte en temas como bebidas o snacks- significa, por contraste, llamar tiendas tontas a las de toda la vida?
Nuestros lectores -los que han contestado a la encuesta que incorporaba la noticia- consideran mayoritariamente que supondrán una competencia para la ferretería si se deciden a incorporar productos del sector. Al ver el resultado, he estado pensando qué productos podrían ser esos y cómo podrían ayudarme en una historia distópica que se me ha ocurrido sobre la marcha.
La obra distópica
- Tacos (Se me ha descolgado la estantería del trastero y he comprobado con pavor que no tenía tacos para reemplazar los que, por otra parte, han arrancado parte de la pared. En la tienda inteligente he comprado un blíster de 10 unidades que he tenido que utilizar de dos en dos para que cubrieran el agujero.
- Martillo (He tenido que volver a la tienda inteligente porque no tenía con qué hundir los tacos en la pared).
- Cinta americana (Como vale para todo, he añadido un zurullo de cinta en el agujero, para rellenarlo. Un poco cara me ha parecido la que he comprado en la tienda inteligente, pero parece que rellena).
- Escuadras (Como no quedaba muy fijada a la pared, he decidido colocarle a la estantería dos escuadras, para darle consistencia. En la tienda inteligente he encontrado un blíster con media docena, doradas, un poco grandes, pero como es para el trastero no me importaba la estética).
- Sartén (Después de acabar la obra, me ha entrado hambre y se me ha antojado un huevo frito. Cuando iba a freírlo me he dado cuenta que no tenía sartén. He bajado a la tienda inteligente y he adquirido la única que tenían. Tan pequeña que he tenido que conformarme con un huevo de codorniz).
Ni tan mal. La tienda inteligente me había ayudado a salir del paso y volver a colocar la estantería en su sitio. Y a reponer fuerzas, con el huevo.
Mi reflexión
Como siempre advierto, lo que sigue es solo mi opinión, y no soy tan soberbio para pretender competir con los inventores de las tiendas inteligentes. Si las tiendas son inteligentes, los que las han concebido se supone que lo son aún más todavía. Vayamos a mi reflexión, traducida en cuestiones básicas:
- Cuántas referencias puede contener una tienda inteligente: ¿100, 1.000, 10.000?
- Cuántas familias puede contener para considerar que incluye las referencias mínimas de cada una
- Cuántas medidas de cada tornillo, taco, destornillador, sartén, escuadra, martillo, guante… puede exponer
- Cuántas unidades de cada referencia
- Cuántos colores de cada elemento decorativo -incluido pinturas-
- Cuántos niveles de precios puede ofrecer
- Cuántas marcas
¡Ah, claro! si son inteligentes, esas tiendas sabrán lo que tienen que incluir en su oferta y tendrán soluciones para cada una de las cuestiones anteriores.
Además, no tienen personal. Así, ni bajas por enfermedad, ni mal clima laboral, ni subidas de sueldos, ni malas caras con los clientes, ni pausa para la comida, ni horas extras. ¡Guau!
Ya funcionan en Asia y en Estados Unidos, así que algo bueno tendrán. España es solo un país de la periferia, irrelevante en el concierto internacional y muy retrasado en temas como la digitalización o la neurociencia.
Grandes y medianas superficies de bricolaje y ferreterías de proximidad deberían andarse con ojo ante la irrupción de estas tiendas. Y si no, al tiempo.
Feliz semana y completen su pauta vacunal cuanto antes, que se nos vienen encima las vacaciones.
