Permítanme abusar, pero pido ayuda a los lectores para entender lo que está pasando y, si no fuera demasiado pedir, saber ¿quién manda aquí?. Necesito argumentos que me saquen de mi perplejidad ante la situación generada por la segunda ola del COVID 19 en este país que parece no haberse enterado de que los virus -incluso de uno tan inteligente como el COVID- no saben de territorios, edades, géneros, razas o tendencias políticas.
Que reaccionáramos tarde ante la primera ola, pase. Nadie en el mundo sabía cómo meterle mano al bicho ni la gravedad de lo que acabaría convirtiéndose en una pandemia de nivel planetario. Eso sí, a toro pasado, todos -sobre todo nuestros representantes políticos- presumíamos de recetas que habría que haber aplicado entonces.
Aunque estuve ingresado 11 días, contagiado por el bicho, no le eché la culpa a nadie y, en cambio, agradecí muchísimo el trato que recibí en el hospital por el personal sanitario.
No entendí, eso sí, que se utilizara la pandemia como arma de acoso y derribo. Ni para ponerse medallas ni para poner de lo peor al adversario político. Parecía que mientras los muertos se contaban por miles y la economía se hundía en el abismo, lo importante era echarse en cara la corrupción de los partidos, los chanchullos del rey emérito o cualquier otro tema que -en aquellos momentos- palidecían ante la proporción de la tragedia.
Se declaró el estado de alarma y se montó la mundial: que si inconstitucional, que si secuestro de la población, que si dictadura centralista, que si ensañamiento con el ciudadano… A primeros de junio, los contagios, sin embargo, estaban en mínimos.
Llegó el verano y la cogobernanza
Algunos dimos por bueno perder la primavera pensando que habríamos aprendido la lección y la cura de humildad que había supuesto la primera ola del COVID. Porque ya entonces se sabía que habría una segunda ola.
Y en esto, llegó el verano. La estación favorita de los españoles, en la que podemos expresarnos en toda nuestra magnitud como pueblo mediterráneo que somos: vida en la calle hasta las tantas, reuniones y fiestas, comidas, cenas, copas…
La mayoría nos fuimos de vacaciones y, algunos, con el objetivo de recuperar con creces el tiempo perdido. También se fueron -al parecer- los responsables que debían estar sacando conclusiones de la primera ola y preparándonos para la segunda.
Como en la primavera al mando único le habíamos dado manteca a rabiar y cada autonomía se quejaba de lo mal que había sido tratada, se alumbró la idea de la cogobernanza. Palabra tan bonita como lo fueron confinamiento o desescalada.
La segunda ola empezó a crecer mientras todo el mundo se ocupaba de salvar el turismo, los bares y discotecas, los hoteles y, sobre todo, -los políticos-, a salvar su cara buscando culpables donde fuera: los chinos, los emigrantes, los madrileños, los domingueros de las ciudades, los jóvenes, los gestores de las residencias de ancianos, el gobierno, la comunidad autónoma vecina o el pueblo de arriba o de abajo, daba lo mismo.
Con el otoño, el despiporre
Además de todo esto, no se contrataron suficientes rastreadores, no se dotó a la atención primaria de los medios mínimos para identificar y hacer seguimientos de los contagiados y no se contrató a más médicos, personal de enfermería, auxiliares o celadores.
Llegó el otoño y nadie se había ocupado de fijar criterios epidemiológicos para atajar la nueva ola. Y cuando se han fijado, cada autonomía ha hecho lo que le ha dado literalmente la gana.
- Confinamientos por localidades, por barrios o áreas sanitarias, por provincias o por comunidades.
- Confinamientos por meses, por quincenas, por semanas, por puentes, por días.
- Reuniones de no más de 12, 10, 6, 5, o 4 personas, convivientes o no.
- Toques de queda de 22 a 6 h; de 23 a 6 h, de 24 a 6 h.
- Bares y restaurantes cerrados o abiertos. Solo las terrazas o no.
- Aforos del 30, del 50, del 75%, según comunidades.
- Teatros y cines, abiertos o cerrados o con aforos distintos.
- Comercios abiertos, que sí o que no, unos hasta las 20:00 h, otros hasta las 21:00; o las 22:00 h. Unos completos, otros, solo una parte, etc.
- PCR, test de antígenos o de anticuerpos, según y cómo soplase el viento en casa de cada cual.
- Cuarentenas de 7, 10, 14 o vaya usted a saber, según cambian los protocolos cada dos por tres.
A estas alturas, algunos nos preguntamos ¿Quién manda aquí?, pero con un taco por medio.
La estupidez no tiene límites
Nuestros dirigentes se han lucido y se siguen luciendo cada día con una falta de pudor y de vergüenza sin límites; pero, en mi opinión, no son solo ellos los responsables de este sindiós.
Como ya sabemos que la estupidez humana no tiene límites, veamos algunos compatriotas que contribuyen a que el COVID vaya ganando y por goleada:
- Negacionistas: El virus no existe, es un invento de Bill Gates o de los chinos, o de los dos en connivencia.
- Antivacunas: Las vacunas son perversas y hacen que el organismo no sepa defenderse ante la enfermedad, además de provocar efectos muy perniciosos.
- Influencers: Aquellos que influyen sobre la gente, sin argumentos ni evidencias científicas. “La mascarilla es contraproducente”, “El ajo mata el virus”. “Si todos fuéramos veganos no habría virus ni pandemias”.
- Porque yo lo valgo: “¿A mí me van a decir si puedo salir a la calle, hacer botellón, morrearme con quien quiera o apuntarme a las “no fiestas?”
- Estúpidos de libro: Los que se inyectan lejía o beben detergente porque el eminente científico Donald Trump lo ha dicho en la tele.
Comercios esenciales
Entre tanto, en esta ceremonia de la confusión a la que todos estamos invitados, se sigue dudando sobre qué actividades son esenciales o no y dónde lo son.
Mientras en toda la Unión Europea, las ferreterías y establecimientos de bricolaje se consideran esenciales, en España no lo son. Salvo en Asturias y Aragón, que visto lo visto, son los más europeos de todos nosotros.
Si alguien me pregunta por los criterios que avalan esta decisión, les diré que no me constan. Y en el ministerio competente en la materia tampoco aciertan a fundamentar la decisión.
Si después de leer estas líneas, ustedes, queridos lectoras y lectores, saben algo que yo no sepa, por favor compártanlo conmigo y contribuyan a que entienda lo que pasa, aunque sea de forma efímera.
Cuídense, que esto va para largo. Y aprovechen las oportunidades, que las hay. Feliz semana.
Cuando las personas “por llamarles algo” que toman las decisiones son incompetentes, ya sabemos los resultados
Las bases del Comunismo son el hambre y la pobreza. El Covid les vino como anillo al dedo
Y a partir de esto, ocurre todo esto
Y nos quedan 3 años, puede pasar de todo
Que Dios nos coja confesados
Somos Marionetas, en el mercadillo
Felicidades, Roberto. Al menos en Aragón han considerado a la ferretería como se merece.
Totalmente de acuerdo contigo en que hay que invertir en salud.
No se puede hacer una radiografía más exhaustiva y detallada de la situación que hemos y estamos padeciendo. La clase política de este país nos ha abandonado y se han refugiado en su propaganda institucional. No hemos visto ninguna imagen explicita de la situación, pero si estamos viendo como bien dices globos sonda tratándonos de adoctrinar en su verdad. No estamos viendo el alcance real de la situación tanto medica (abandono total y absoluto de nuestros profesionales a su suerte, ya que carecemos de una hoja de ruta creada por especialistas del sector ) como la situación económica devastadora que estamos padeciendo todos los sectores en mayor o menor medida. En un país del primer mundo es inconcebible que se produzcan colas kilométricas en comedores sociales ayudando a personas que lo están perdiendo todo por una negligencia continuada de nuestros gestores que niegan reiteradamente su colaboración. Dichos comedores y centros de ayuda están montados y gestionados por personas y entidades anónimas cuya mayor satisfacción es la de poder colaborar con los necesitados y aportar un poco de luz ante tanta oscuridad. Somos un país extraordinario, desgraciadamente gobernados por una generación de incompetentes preocupados de su bienestar dejando totalmente abandonado al… Leer más
Tener la respuesta a esta situación es más complicado que acertar la lotería del euromillón; todos tenemos una combinación pero todas (menos, quizá, una) son equivocadas. Bajo mi opinión, esta pandemia se ha entendido desde un principio como un mal “temporal” y, por tanto, se trata de pasar el bache con el menor coste económico posible. Mejorar el sistema sanitario…¿para que en el año 2021 con la vacuna nos “sobren” recursos?.. Ser prudentes en el verano ¿y perdernos los ingresos del turismo interno/externo/local/nacional?
La entrada de la gestión de las comunidades ha sido peor aún, todas buscando su toque mágico, su gestión innovadora y todos (salvo contados casos como Cantabria) al borde ya del colapso. La solución no es solo vencer la pandemia sino concienciarnos de que invertir en salud hoy nos ahorrará en un futuro muchísimo más dinero del que se está gastando ahora… pero eso, claro, no vende políticamente hablando…
Soy de Aragón, el gobierno de mi comunidad ha considerado las ferreterías bien de primera necesidad, no me ha tocado el euromillon…pero al menos tendré trabajo.. otra cosa será a quien le pueda vender.
Opinión imprescindible que firmo de cabo a rabo. Aquí no manda nadie pero todos debemos aprender a tomar decisiones sensatas individuales. Frente al estado paternalista la guerra del Covid se gana en la escala más personal. Como no me creo los datos; ni los que nos favorecen ni los que nos perjudican. A España, a Madrid o a quiénes sean. Responsabilidad personal.