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Fase desesperante o desesperada

El sector de ferretería se encuentra en una fase desesperante o desesperada, según las circunstancias de cada empresa. Después de casi dos meses de estado de alarma, la ferretería doméstica ha quedado reducida a su mínima expresión. Lo poco que se vende es a través de internet.

Mientras, la ferretería agrícola o el suministro industrial o para la construcción, han podido mantener cierta actividad, sirviendo los pedidos directamente al cliente.

La situación es desesperante, para las que han hecho los deberes y tienen a los clientes esperando que reabran; desesperada para las que habiéndolo pasado regular en los últimos años, no pueden aguantar ni un día más con la persiana bajada.

Preparados para abrir

Muchas ferreterías y suministros están preparados para abrir y aprovechar las oportunidades que se van a presentar en un mercado nuevo, anómalo y, en ciertos aspectos, totalmente impredecible.

En mi opinión, serán los que entienden que:

  • La digitalización es un hecho irreversible.
  • El comercio será omnicanal, o no será.
  • El cliente pone las condiciones y el mercado, el precio.
  • Tiene más importancia el servicio que el stock.
  • El personal tiene que aportar valor, y despachar no aporta ninguno.
  • La complicidad con el proveedor rompe muchas barreras.
  • Colaborar con otros colegas del entorno próximo es mejor que competir a cara de perro.
  • Centrales de compras y servicios, cadenas, cooperativas, etc, suponen una red de seguridad.
  • Sin datos fidedignos y un análisis adecuado, va a ser complicado mantenerse.
  • Adaptarse no es una opción, es cuestión de vida o muerte.

Abocados a cerrar

Desgraciadamente, la crisis del COVID-19, unida al progreso imparable de la venta “online”, se va a llevar por delante decenas de miles de establecimientos comerciales, también ferreterías y suministros.

En mi opinión, los candidatos a cerrar son aquellos que:

  • Lo hubieran hecho también sin la crisis del coronavirus.
  • Han perdido la ilusión o las fuerzas para seguir.
  • Les falta el respaldo de organizaciones de distribución que les faciliten información, logística, surtidos, financiación…
  • No cuentan con una gestión empresarial.
  • No pueden acceder a financiación externa.
  • Cuentan con estructuras pesadas y personal poco formado.
  • Se limitan a despachar.
  • No aportan servicios añadidos al producto.

Afortunadamente, la semana pasada, el sector se ha movilizado de forma casi unánime para solicitar al gobierno la apertura de establecimientos por considerarlos esenciales. Unido al ejemplo de otros países donde las ferreterías y los centros de bricolaje han sido los primeros que han vuelto a abrir las puertas, cabe pensar que antes de que acabe mayo -en condiciones rigurosas de seguridad- podremos estar hablando de actividad generalizadas en el sector.

Recomiendo repasar la última parte del blog de la semana pasada, donde se habla de “Optimista, con reparos”. Puede dar alguna pista de lo que se espera para el futuro más inmediato, cuando se abran las tiendas.

Feliz semana y cuídense mucho

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