Voy a contarles, queridos lectores, una historia de imposibles. Imposible era una palabra que no estaba en el vocabulario de Vicente Ferrer, el recordado cooperante español que ha hecho, a través de su fundación, milagros en Anantapur, una de las zonas más pobres de la India.
Como patrono y en nombre de la Fundación Txema Elorza, he tenido la inmensa suerte de viajar -junto a otro patrono, Darío Alonso- a esa localidad la primera semana de diciembre y comprobar, de primera mano, lo que la fe y la tenacidad humanas pueden conseguir. Aliviar, por ejemplo, las necesidades alimenticias, sanitarias y educacionales de más de 3,6 millones de personas de las castas inferiores indias y; quizá más importante todavía, abrir un camino de esperanza a una vida mejor.
¿Imposible?
Por creer que lo imposible es lo que no se intenta, Vicente Ferrer y su Fundación han realizado a lo largo de sus 50 años de historia obras impensables en un entorno definitivamente hostil:
- Plantar más de 15 millones de árboles, la mitad de ellos frutales.
- Construir 70.000 viviendas para las familias más pobres.
- Construir más de 3.500 embalses y 10.000 pozos para abastecer de agua a más de 3 millones de habitantes.
- Irrigar más de 30.000 hectáreas por goteo y aspersión.
- Construir y gestionar 4 hospitales de primera categoría para atender a las personas más desfavorecidas que no encuentran auxilio en ningún otro lugar.
- Construir y mantener centenares de escuelas de primaria y secundaria donde su educa y alimenta a niñas y niños pobres y/o discapacitados.
- Empoderar a miles y miles de mujeres para que sean capaces de ser las dueñas de su propio destino.
- Construir letrinas, plantas purificadoras de agua, sistemas fotovoltaicos solares y otros elementos para mejorar la ecología de la zona.
- Comercio Justo, como una forma de integrar a las mujeres y enseñarles técnicas de producción artesanal.
Quejarse o hacer
Podría haberse quejado Vicente Ferrer cuando en 1969 inició su aventura sin una rupia, con la única compañía de su mujer, Anna, y dos cooperantes atraídos por su carisma. “Hacer lo que podamos con lo que tenemos” era uno de sus lemas preferidos. ¡Y vaya si hicieron!.
Paso a paso, casa por casa, aldea por aldea, pozo a pozo, con una paciencia, tenacidad y fe legendarias, adaptándose a las circunstancias, convenciendo uno a uno a los más pobres que podían prosperar, ese originario núcleo de visionarios consiguió superar obstáculos imposibles:
- La extrema sequedad del terreno; el segundo más árido de India, después del desierto de Rajastán.
- La extrema desigualdad entre las clases sociales
- El sistema de castas
- El analfabetismo de buena parte de la población
- La enorme discriminación de la mujer y los discapacitados
- Costumbres ancestrales con gran peso de supersticiones y maldiciones
- Economía de subsistencia
- Difícil acceso al mercado de trabajo de mujeres y jóvenes
Qué tiene que ver esto con la ferretería
En principio, nada. Pero se me ocurren algunas enseñanzas que comparto en este último post de 2019.
- La necesidad aguza el ingenio.
- Tenacidad, esfuerzo y resiliencia son valores ferreteros.
- Lo imposible está solo en nuestra cabeza.
- Entre quejarse y hacer, lo segundo, sin duda.
- Con lo que tenemos -por poco que sea- podemos hacer mucho si tenemos fe y esperanza en mejorar nuestro entorno.
- Los grandes viajes empiezan con un paso; los grandes proyectos, también.
- La unión hace la fuerza (Habrá que recordar los movimientos cooperativos en ferretería de los años 60 y 70 del pasado siglo).
Feliz Navidad y Próspero y Venturoso 2020.
Un abrazo
Gracias Ricardo.
La enseñanza es que lo importante para llevar a cabo proyectos “imposibles” es la voluntad y el esfuerzo.
Un abrazo
Gracias José Mari. Un abrazo
Mi más cordial enhorabuena, Juan Manuel. J.M Elorza
Todo un milagro y tu blog magnífico, como siempre.
Un abrazo