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El espejo del alma

Por Juan Manuel Fernández

Dicen que la cara es el espejo del alma. Seguro que todos conocemos a personas que tienen caras antiguas, aunque sean jóvenes. Seguro que también conocemos a gente que parece no envejecer nunca y que con 60 años a las espaldas aparenta 40. Algunos recordamos a un actor como Jaime Blanch, que durante décadas hizo papeles de joven promesa y que hoy, con 76 años, participa en la serie “El ministerio del tiempo” haciendo todavía de jefe maduro. En mi entorno cercano, mi madre, con 88 años, tiene una cara de no más de 70.

Lo mismo pasa con los escaparates de los comercios y, particularmente con los de las ferreterías de proximidad. Los hay que parecen de los años 60 del siglo pasado y que corresponden a tiendas con menos de 1 año de vida. Los hay que, por el contrario, dan una imagen de modernidad y poseen un estilo propio de boutiques caras del Paseo de Gracia o de Serrano y llevan abiertas décadas.

La diferencia entre las caras y  los escaparates es que las primeras son muy difíciles de cambiar –sí, ya sé que existe la cirugía estética- mientras que el cambio de los segundos, incluyo también las fachadas, es una pura cuestión de voluntad. Y cuando se trata de eso, no hay excusas posibles.

Lo que no tiene sentido –en mi opinión- es mantener contra viento y marea y el paso inexorable del tiempo, escaparates con más polvo que las pirámides, con productos descatalogados y obsoletos, colocados de cualquier manera y fosilizados con mosquitos y demás insectos recuerdo de la última glaciación.

Y me sorprende ver escaparates de ferreterías generalistas llenos de herramientas eléctricas, de picos, palas y azadones, de cerrojos y cerraduras al por mayor y de otras familias que en ningún caso representan un gancho para los viandantes y que en la mayoría de los casos no significan ni el 1% de las ventas del establecimiento. Ya sé que esos productos “hay que tenerlos”, pero me atrevo a sugerir a mis amigos ferreteros que analicen aunque sea someramente cuáles son los productos y familias que más venden, cuáles les generan más tráfico, cuáles  son los que les dejan más y mejores márgenes y los muestren junto con las novedades más atractivas  -con alegría y estilo, por favor-,  en esos escaparates que, como la cara de la gente, son el espejo del alma.

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