En quince días se celebrará la “Primera Jornada para Jóvenes Ferreteros”, organizada por C de Comunicación, en la que participarán cuarenta profesionales de entre 20 y 40 años, que piden paso para liderar el canal de proximidad de ferretería y bricolaje durante las próximas décadas. Algunos ya toman decisiones del más alto nivel porque lideran el negocio; otros, a la sombra de sus progenitores, van aprendiendo las claves del mismo con el objetivo de tomar el relevo en un futuro próximo.
Durante la convocatoria, sin embargo, he tenido la oportunidad de conversar con otros jóvenes ferreteros que ni toman decisiones ni tienen previsión de tomarlas a corto o medio plazo por diversas razones: “Mi padre es todavía muy joven y la jubilación no está todavía en su horizonte”, “Mi padre no me deja salir de la ferretería, dice que para ir a ferias y otros eventos ya está él”, “No me dan ninguna oportunidad de mostrar si valgo o no”, “Mi padre no va a soltar el mando hasta que se muera”…
Cada contestación de este estilo me ha dejado un muy mal sabor de boca y comparto aquí la sensación de impotencia y desvalimiento que estos jóvenes ferreteros transmitían. Me pregunto con qué ilusión pueden acudir cada día a la ferretería, si tienen la certeza de que, por mucho que lo intenten, no tienen ninguna posibilidad de asumir responsabilidades en el negocio familiar. Me pregunto qué hacen ahí, dónde está su impulso juvenil de comerse el mundo, de superar a sus progenitores, de aportar sus ideas diferentes.
La ferretería necesita jóvenes como los que esperamos en la jornada del día 25 y mayores que les animen a salir al mundo, relacionarse y aprender para, un día –consensuado y planificado-, asumir la dirección del negocio. Y no necesita para nada jóvenes conformistas que no pidan paso ni mayores que se crean imprescindibles y sean un freno y un tapón para las nuevas generaciones.
Del saldo resultante a favor de los primeros dependerá el futuro del canal de proximidad de ferretería, suministro industrial y bricolaje. Si son mayoría los segundos, ¡apaga y vámonos!
