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El mundo desde detrás del mostrador (2)

Por Juan Manuel Fernández

El mostrador de la ferretería se había ido convirtiendo en un confesionario donde los vecinos se quejaban de lo mal que iba todo, de lo malos que eran los políticos de este país, del fallecimiento de la señora María, la viuda del 6ª B; de la pena que suponía la eliminación del concursante tan guapo de Gran Hermano 17 y otras tantas desgracias, que a la mortecina luz de la tienda le daban a esta una imagen deprimente de mortuorio.

Muy de vez en cuando se dejaban caer por allí algunos Jonathanes o Lorenas con rastas o con el pelo pintado de rojo que pedían cosas raras como conexiones USB, cargadores de móviles, detectores de presencia, grabadores de vidrio o motores para persianas. Se los quitaban de encima rápidamente para seguir atendiendo a sus clientes de toda la vida.

Un día, por casualidad, porque nuestro protagonista pegaba la hebra lo menos posible con otros colegas con los que se encontraba en el “cash” de la zona, entabló conversación con un ferretero que esperaba en la cola a ser cobrado. Un comentario accidental respecto a unos chinos le picó la curiosidad y le propuso tomar juntos el café y el pincho de media mañana en el bar de al lado “Por supuesto, yo invito”, dijo.

La conversación posterior supuso para él un inaudito descubrimiento. Su colega, propietario de una ferretería en una zona similar a la suya -con tres empleados y 150 metros de local- le contó que le iba muy bien y que era optimista de cara al futuro, incluso estaba pensando en abrir un nuevo punto de venta a dos kilómetros del actual.

También tenía un mostrador grande en su ferretería, en el que cada día, como uno más, hacía ventas y daba soluciones a una clientela que había aumentado en los últimos años. Le habló de sus salidas mensuales a jornadas y ferias o, simplemente, a ver ferreterías de la misma ciudad y de otras zonas del país. Le habló de la nueva iluminación de la tienda –todo LED- y de las nuevas góndolas que había comprado para resaltar mejor la calidad de unos productos que cada vez eran de más calidad y precio. Le animó a probar –como él-  unas pantallas de 50” que le permitían emitir vídeos de las marcas, con las novedades que presentaban. Le habló del buzoneo bimestral de 5.000 folletos con las ofertas de su cadena –sí, pertenecía a una enseña con varios cientos de puntos de venta- y de la cartelería que periódicamente ponía en los escaparates con las ofertas de los fabricantes, haciendo hincapié en lo orgulloso que estaba del último montaje que había hecho coincidiendo con la Navidad, que había ganado un premio municipal.

Le amplió lo de los chinos, los turistas, que de vez en cuando aterrizaban en la ferretería y compraban los artículos más caros. Y, por último, le enseñó en el móvil la página web que desde hacía 6 meses había puesto en funcionamiento y que le había dado pocas ventas “on line” pero mucha visibilidad y le había permitido recuperar clientes y, lo más asombroso, gente joven que pedía artículos que habían visto en la web, desde pérgolas de jardín a grabadores de vidrio, conexiones USB y motores para persianas.

La historia acaba donde empezó, detrás del mostrador de la ferretería de nuestro protagonista, con un pequeño extracto de la conversación que mantuvo con su mujer, su hija y su dependiente de toda la vida: “no os lo vais a creer, pero estamos de enhorabuena. Las ferreterías como la nuestra tienen un futuro espléndido. Más allá de nuestro mostrador y de la puerta hay un mundo que nos estábamos perdiendo y que hoy, gracias a otro ferretero, he descubierto. Vamos a empezar por poner más luz en la tienda, hacer limpieza general y cambiar el escaparate. Luego…”.

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C.Turró
C.Turró
04/09/2018 15:06

Que buen post, como se ven según cada persona los cambios y que importantes son.
Un saludo!

Alfonso
Alfonso
01/12/2016 19:44

Jose Manuel, estoy muy muy de acuerdo con lo que dices. Entiendo las dificultades que nos supone a los pequeños negocios encontrar el dinero para invertir en él cuando malamente conseguimos mantenerlos a flote, pero no debemos dejar de intentar estar los más actualizados posible en la medida de nuestras posibilidades. Yo de vez en cuando me pego el atracón de cambiar unas estanterías, pintarlas o darle la vuelta a un trozo del comercio cambiando las cosas de sitio y cuando lo estás haciendo echas chispas (a veces tardas varios días porque el negocio tiene que seguir atendido) pero cuando acabas es una satisfacción. Y poco a poco todo se va haciendo. Un ejemplo. Llevo en la ubicación actual desde los años setenta y desde hace bastante tiempo tenía intención de cambiar las rotulaciones (que eran cutres y escasas) Este año me enteré de que había una subvención para la mejora comercial (el 40% creo recordar) y me lancé a hacerlo. El gasto total han sido casi 2000 euros pero nada más acabar, los clientes me paraban por la calle para felicitarme. (alguno – con toda la buena voluntad -llegó a decirme que ahora parecía un negocio ). No lo… Leer más

JOSE MANUEL
JOSE MANUEL
30/11/2016 11:47

ESTOY DE ACUERDO CONTIGO JOSE DAVID.POR ESO NOSOTROS HEMOS PINTADO LOS PANELES , LAS ESTANTERIAS Y CAMBIADO LOS PORTA ETIQUETAS.EN TOTAL NOS HEMOS GASTADO 1500 EUR.POR QUE SI NO LO HACEMOS ASI¿ PEDIMOS UN PRESTAMO ?.CAMBIAR TODO LO QUE DICE JUAN MANUEL ME CUESTA ENTRE 30000 Y 50000 EUR SABIENDO LOS RESULTADOS NO SERAN AL MOMENTO .COMO PAGAS EL PRESTAMO,COMO PAGAS MANTENIMIENTO PAGINA WEP,REPARTO FOLLETOS ETC. ADEMAS EL MARGEN COMERCIAL TENDRAS AUMENTARLO PARA CUBRIR LOS GASTOS.YO PIENSO QUE EL CAMBIO HAY QUE HACERLO POCO A POCO Y NO ENDEUDARTE

Victor Diaz
Victor Diaz
29/11/2016 20:28

La triste realidad es que hay mucha gente reacia a a hacer cambios, no solo en este sector, en general. Más que al cambio, a adaptarse a la evolución del mercado con el paso de los años. Espero que POSTs como este sirva para abrir los ojos a muchos.

JOSE MANUEL
JOSE MANUEL
29/11/2016 15:44

ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO CON JORGE.EN MI CASO COMO NO PUEDO CAMBIAR LAS ESTANTERIAS .MI HERMANA Y YO LAS HEMOS PINTADO,CAMBIADO EL PORTA ETIQUETAS,PINTADO LAS PAREDES, RE ORGANIZANDO LOS LINEALES A RATOS MUERTOS (QUE TODOS TENEMOS DESGRACIADAMENTE) . HEMOS CAMBIADO LA FACHADA GRACIAS A C88 QUE NOS HA AYUDADO.CUANDO VAS ARREGLANDO PARTES DE LA TIENDA TE DAS CUENTA LOS RINCONES DE SUCIEDAD Y TRASTOS QUE ACUMULAS CON LOS AÑOS.ESPERAMOS QUE ESTE CAMBIO NOS AYUDE A MEJORAR LAS VENTAS.UN SALUDO Y SUERTE A TODOS.

Jose David
Jose David
29/11/2016 12:24

Hola, soy Jose de Malaga, el relato esta clavado con la situacion de muchisimas ferreterias, pero tambien lo ha clavado Jorge, en su comentario. Estoy de acuerdo que hay que renovarse, pero para ello se necesita INVERSION, ¿ pero para las ferreterias pequeñas que ya llevamos años y lo hemos pasado muy mal con la crisis, donde encontramos esta INVERSION?.

Jorge
Jorge
28/11/2016 22:07

Lo primero, enhorabuena por el post Juan Manuel. No se podría describir mejor el perfil de muchas tiendas y ferreteros de este país. Lo triste de esta situación, es que no solo a aquellos ferreteros a punto de jubilarse, acostumbrados a épocas de vacas gordas, con pocos o ningún conocimientos de informática, redes sociales, marketing… , les ocurre lo de a este compañero. También hay jóvenes reacios a hacer cambios, a cambiar unas simples bombillas, dar unos brochazos de color a unas paredes, cambiar o limpiar un escaparate lleno de moscas muertas y cajas decoloridas, a asociarse a un grupo de compras, tomarse un café con un colega del sector o escuchar opiniones de un representante. +GASTOS!!!!!!!!! Esa es la palabra maldita. A ninguno nos sobra el dinero. Y en los últimos años, más que nunca, hemos aprendido a hacer malabares y tuvimos que convertirnos en ingenieros financieros. Pero la palabra nos es esa; INVERSIÓN, soy de la idea de que esas pequeñas o grandes actuaciones son una inversión para un mejor funcionamiento de nuestros negocios, los cuales se tienen que adaptar a los tiempos y lo que nos quedará por adaptarnos…… Ahora solo cabe esperar a que algún compañero… Leer más

Diego Nuñe
Diego Nuñe
28/11/2016 11:32

Enhorabuena Juan Manuel una vez más, porque has fotografiado con tu relato la diferencia, de dejarse llevar para ir muriendo y las ganas de renovarse para crecer e ilusionarte con tu ¡¡¡FERRETERÍA!!!
Gracias Juan Manuel

Diego

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