Ahora que es lugar común hablar de la necesidad del cambio: político, económico, de modelo social, me gustaría hacer un apunte, aprovechando este blog, sobre el cambio que a mí me parece más importante de todos, el de mentalidad.
Todos parecemos estar esperando que ese cambio que se anhela y se perfila se haga solo, o que sean los demás los que lo acometan y lo lleven a cabo. La mayoría nos conformamos con sumarnos a él si es que triunfa o parece hacerlo y acaba consolidándose. No nos damos cuenta de que para que el cambio se verifique es imprescindible que cada uno de nosotros lo hagamos, que nos involucremos y nos comprometamos con sus principios y valores.
Demandamos transparencia, un modelo económico sostenible, una fiscalidad más equitativa, un marco laboral flexible que permita adecuar nuestros recursos a los vaivenes del mercado, una administración más cercana y menos burocrática, una conciliación entre lo profesional y lo privado, formación como elemento de creación de valor… De acuerdo, me sumo a las demandas, pero, en mi opinión, detrás de ellas, debe haber una sociedad, un empresariado dispuesto a respaldarlas, a empujarlas con su acción individual o agrupada, con su emprendimiento y con su disposición a innovar y a asumir riesgos.
Ya en el ámbito que nos ocupa, con nuevos operadores que quieren su parte de la tarta, con las nuevas tecnologías modificando un día sí y otro también la relación detallista-consumidor, con una cadena de valor descompensada y manifiestamente mejorable, con una distribución más preocupada por la compra que por la venta, con una actitud despectiva ante la innovación y una aversión genética por el riesgo de perder “lo mío”, no veo cambio que no pase por una voluntad decidida de abrir la mente y aspirar los efluvios de los nuevos factores que lo caracterizan: el cliente en el centro de la estrategia, colaboración vs competencia, omnicanalidad (la palabreja) y gestión del caos.
No me imagino al tendero de mostrador y bata gris asumiendo estos retos. Solo un empresario –sea ferretero, suministro, garden o centro de bricolaje- en el mejor sentido del término, y mejor con otros que solo, puede aspirar a reinventarse y a jugar un papel protagonista en este escenario de cambio.
Y todo empieza por un cambio de mentalidad.
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