Pasé varios años escribiendo mal su apellido. A pesar de que con mucha educación él y Antonio Rubio me corregían cada vez que erraba, no conseguía poner la h en su sitio y casi siempre salía impreso en la revista, Elhis. Al cabo de un tiempo, por fin, la h ocupó su lugar y la historia siguió su camino por donde debía. Cada vez que coincidíamos en un evento, se dirigía a mí con un “¿qué tal señor Fernández?”. Yo le respondía “muy bien ¿y usted, señor Ehlis?.
Escribo estas líneas cuando acabo de recibir la noticia del fallecimiento de Pedro Ehlis. Sabía por Alejandro -su hijo- y por Ignacio -su sobrino- que llevaba tiempo bastante enfermo -aunque seguía al tanto de lo que pasaba en la empresa y en el sector-; pero su muerte me ha impactado profundamente. Para mí era uno de los referentes de la ferretería y el bricolaje en España. Una de esas personas que simbolizan los valores de un sector.
En lo personal era un hombre serio, educado, discreto, amable, quizá un poco distante al principio, pero con un punto de ironía en las distancias cortas que le humanizaba. En lo profesional, uno de los mejores que he conocido. A lo largo de los treinta años en los que he seguido su trayectoria y la de su empresa, demostró siempre sentido común y lucidez para adelantarse al mercado. Fue capaz de reinventar Ehlis periódicamente para adaptarla a las necesidades de la ferretería y supo encontrar los resortes adecuados para vertebrar de la mejor manera a los ferreteros independientes. Decía que “al ferretero independiente no vale imponerle nada, hay que convencerle haciéndole ver que lo que le propones funciona y es bueno para su negocio”.
Su legado queda en la mayor empresa de distribución del país, en la cadena de ventas más numerosa y extensa -Cadena 88- y en una forma de hacer que sigue marcando estilo y despertando admiración y, sobre todo, que funciona.
Descanse en paz.
