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Cierre por jubilación

Por Juan Manuel Fernández

La semana pasada publicamos el homenaje que recibía José Luis Estallo por sus 50 años como ferretero, por parte de la Asociación de Comercio de Huesca. José Luis lleva 54 años al frente de Ferretería Estallo, un negocio que, sin embargo, está a punto de cerrar sus puertas debido a que tanto él como su hermano se jubilan “y nadie de la familia quiere continuar”.

Hace exactamente un año, publicábamos la jubilación de Luis Barbado, propietario de Ferretería El Compás , que cerró definitivamente sus puertas en el centro de Málaga. La clausura de El Compás significaba el fin de tres generaciones de ferreteros. “Mis hijos están todos bien colocados y no quieren seguir en la ferretería”, explicaba a nuestra directora Marta Jiménez.

En el último boletín del Gremi de Ferreters de Catalunya –editado en julio de 2015-se publicaban tres anuncios de traspaso de ferretería por jubilación del propietario: Ferretería Baylima, de Súria; Ferretería Ramón Planas, de Barcelona; y otra, sin nombre, en la localidad gerundense de L´Escala. No se trata de un caso singular, llevo décadas leyendo en el “Butlletí” anuncios similares de “traspaso por jubilación”

O sea, que la cosa es actual, pero viene de lejos. Ferreteros que se jubilan, ferreterías que se cierran después de –en algunos casos- 30, 50 o 100 de tradición familiar. Ferreterías que han funcionado y funcionan razonablemente bien para las que no se encuentra sucesión. ¿Por qué?

En mi modesta opinión, por cinco razones principales. La primera, por la falta de previsión de los empresarios de ferretería, que suelen agotar hasta última hora las gestiones para buscar la continuidad del establecimiento. La segunda, por la poca ambición que suelen demostrar –cuando los hay-  los empleados, para “heredar”. La tercera, por  el poco glamur que tiene la ferretería para las nuevas generaciones. Los hay que prefieren trabajar en un McDonald o en un Zara antes de hacerlo en una ferretería de barrio. La cuarta, por la complejidad de una actividad que requiere altas dosis vocación de servicio a los demás. Y, la quinta, y no la menos importante, por la falta de iniciativa de las organizaciones de distribución. Parece razonable pensar que la jubilación de uno de sus socios o asociados supone una oportunidad para asumir la gestión y transformar el establecimiento –si fuera necesario- en una ferretería moderna adaptada a los valores de la cooperativa, o central de compras y servicios.

Asistir impasibles al cierre por jubilación de tantas ferreterías supone un riesgo que más pronto que tarde afectará al canal de proximidad. Se pierden puntos de venta en las mejores ubicaciones de pueblos y barrios; se borra la huella del comercio que aporta valor en forma de asesoramiento y cercanía; y se muestra debilidad y falta de convicción frente a l resto de operadores.

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Alfonso Cabaleiro
Alfonso Cabaleiro
17/09/2015 15:36

Interesante entrada, Juan Manuel.
Pero creo que todas las razones que expones para explicar el cierre de ferreterías tradicionales con tiempo en el mercado, no son razones sino consecuencias de una causa mayor. Y para localizarla cambiaría el foco y en vez de preguntarnos porque no hay continuidad para nuestros negocios propondría que nos preguntáramos cual es la variable a la que primero prestaríamos atención si estuviéramos pensando en hacernos con uno: pensando como compradores (o continuadores de una actividad) un dato fundamental (quizá el DATO con mayúsculas) sería la rentabilidad. Y creo que de su falta se genera toda las consecuencias siguientes. No me refiero a los casos concretos que expones pues los desconozco, sino que hago una reflexión general: si habláramos de una rentabilidad neta sobre ventas de un 8% o 10% (no digamos si fuera sobre el capital invertido) sobrarían pretendientes.
El problema es que a día de hoy “funcionar razonablemente bien” significa cubrir gastos o obtener una rentabilidad irrisoria.

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