Me recomendaron The Equalizer (El Protector) porque, entre otros detalles atractivos, parte de la película transcurría en un gran almacén de ferretería tipo “Home Depot”. En efecto, el protagonista, Denzel Washington, de oscuro pasado, trabaja en el establecimiento acarreando materiales y cortando madera en la máquina de corte. A media película empieza a comprenderse el porqué del escenario elegido –el gran almacén de ferretería-. Utilizando un martillo de considerable contundencia, recupera el anillo de boda que un atracador ha robado a mano armada a una compañera de trabajo.
La última media hora de película, el bueno se pasa protegiendo a los empleados de la tienda y a sí mismo y acabando uno tras otro con los malos malísimos con diferentes productos de las estanterías: alambre de espino, sierra telescópica, taladro a batería, soplete, clavadora neumática… Si les gusta la acción y quieren aprovechar para echar un vistazo a un gran centro americano del ramo, se la recomiendo.
A lo que quiero llegar con esto es que un mismo producto puede utilizarse para fines buenos o malos, según sea quien los maneje. Un martillo, una sierra, un taladro, son herramientas imprescindibles para construir o reparar cosas, pero también pueden ser utilizados para acabar con la vida de una persona. Una cinta americana, por ejemplo, puede servir para recuperar un móvil que se cae por una alcantarilla –véase http://blogs.cdecomunicacion.es/javier-barrio/2014/12/09/karcher-precursor-de-unas-nuevas-relaciones-comerciales/- o para amordazar a una persona secuestrada. Podría poner cientos de ejemplos, pero lo que me interesa en estas fiestas navideñas es destacar la dimensión profesional de los que trabajan en el sector de ferretería y bricolaje cuando venden productos y materiales específicos a clientes determinados.
Se puede utilizar un destornillador para, golpeándolo con un martillo, agujerear una pared, pero lo suyo es que se utilice para atornillar o desatornillar tornillos de cabeza igual que su punta. El usuario hará con él lo que quiera, pero el profesional de la ferretería debería interesarse por saber cuál es el uso que le va a dar el usuario y recomendarle aquel que por sus características mejor se adapte a la tarea a realizar, independientemente del precio del mismo o de la marca que lo identifique.
Claro que pensándolo bien, nadie va a ir a un mostrador a pedir un taladro para desnucar a otro semejante, aunque este sea tan malo como los malos de la película. En fin, discúlpenme el símil y suerte con la lotería.
Felices Navidades.
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