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Cerrando por prescripción facultativa

En los últimos meses hemos venido publicando los cierres de diferentes establecimientos tanto en el ámbito de la ferretería clásica como en el de las medianas y grandes superficies de bricolaje.

Después de años de aperturas indiscriminadas, entiendo que con el ánimo de ocupar las mejores ubicaciones en las localidades con más expectativas, las organizaciones de bricolaje, desde la todopoderosa Adeo hasta las nacionales ATB o Bricoking, han empezado a valorar con números en la mano la idoneidad y la rentabilidad de cada uno de sus puntos de venta. Y han llegado a la conclusión de que no merece la pena seguir perdiendo dinero en proyectos con un presente malo y un futuro incierto.

A lo largo de 2013 y en lo poco que llevamos de 2014, al menos una decena de centros de bricolaje han pasado a mejor vida. Andalucía y Castilla La Mancha han sido las comunidades más penalizadas, pero otras como las de Valencia o Castilla León han visto también cómo se reducía el número  de puntos de venta abiertos al público. Otras opciones han sido transformar o cambiar de ubicación los ya existentes, siempre con el objetivo de mejorar las cifras y las expectativas.

Si aplicásemos términos médicos, podríamos decir que se trata de cierres realizados por prescripción facultativa. Después de analizar todas las opciones, los médicos deciden amputar un dedo para que el paciente no pierda la mano; la mano, para que no pierda el brazo; o el brazo para que no pierda la vida. Sanitariamente hablando las decisiones son incontestables; desde el punto de vista empresarial se podrían discutir, pero tal y como está el patio, creo que prevalecerá todavía durante un tiempo el criterio de que cada punto de venta debe ser rentable por sí mismo para seguir abierto.

Todo lo dicho vale para el canal tradicional, pero aquí los cierres tienen además un componente relacionado con la edad del propietario y sus ganas de seguir luchando en condiciones adversas. Cuando la alternativa es una buena jubilación y quitarse de encima todos los problemas diarios, se entiende que el ferretero se allane y opte por un futuro tranquilo, sin impagados, sin impuestos asfixiantes y sin señoras Marías que le mareen con las bolsas del aspirador o las gomas de la Magefesa.

Si aplicásemos de nuevo la terminología médica, podríamos decir que la situación actual responde a una prescripción de saneamiento general del “corpus ferretero”. Y, se espera que el tratamiento produzca efectos positivos inmediatos internamente, en las empresas, como, a medio plazo, en la percepción general de consumidores y usuarios

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Federico
Federico
30/01/2014 14:32

Pues visto lo visto, hay algunos que prefieren morir enteros que vivir sin un dedo.RIP

Jose
Jose
28/01/2014 18:49

Mucho me temo que, la crisis del ladrillo, ha llegado con su deriva de los últimos, y hasta ahora, a la economía de la calle con sus efectos en todo su potencial.
Hasta tal punto ha sido, que las grandes firmas del sector, que por estrategia, querían ocupar lugares destacados en momentos difíciles, ocupando espacios nuevos, o que otros dejaban. Ahora ven que la estrategia es algo muy secundario, cuando no hay mercado.
Se ha pasado de la estrategia, a la supervivencia, las empresas están luchando no por avanzar, si no defendiéndose en la retirada. La criba va a ser brutal, porque va a ser la misma criba social que está habiendo. Una gran parte del mercado ha desaparecido, porque han desaparecido esos consumidores, simplemente.
Y ahora les toca desaparecer a una gran parte de puntos de venta y enseñas, … consecuencias.

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