El pasado día 25 de noviembre, domingo para más señas, Comafe celebró una asamblea extraordinaria a petición de un grupo de socios, para recabar información sobre la acciones emprendidas por el Consejo Rector y evaluar la labor de su equipo gestor. Los socios convocantes pedían datos pormenorizados sobre las actuaciones de los últimos tiempos, entre las que destacaban el proyecto C+C o el proceso de absorción de los socios de Cofedal y la compra de las instalaciones de Alicante.
Celebrada la asamblea, el 70% de los socios aprobaron la labor del Consejo y del equipo rector. El 30%, no. Al día siguiente, tras la publicación en nuestro newsletter diario de la noticia, se desencadenó un aluvión de comentarios con todo tipo de consideraciones sobre la convocatoria, el desarrollo y el resultado de las votaciones, la actitud de unos y de otros. Del resultado de las votaciones y del conjunto de comentarios –no todos educados, no todos con argumentos sólidos, algunos amparados en el anonimato; no todos publicables, cuando al anonimato se unía la falta de respeto- se desprenden, en mi opinión, varias conclusiones:
- El Consejo Rector y los gestores han recibido, con una amplia mayoría cualificada, el respaldo de la masa social a su labor.
- El 30% que no aprueba la labor de los actuales responsables no acepta las explicaciones recibidas o las considera insuficientes o tergiversadas.
- El clima social de la cooperativa se ha deteriorado y amenaza con enquistarse.
- La mayoría que ha votado a favor quiere que se siga adelante con los proyectos emprendidos.
- La minoría que ha votado en contra, no.
Independientemente de todo, lo cierto es que los números de Comafe han sufrido un giro de 180º desde la entrada del nuevo consejo rector y de la nueva gerencia, mejorando los ratios de ventas, de beneficios y financieros; que la cooperativa ha emprendido diversas iniciativas exitosas y que la gestión se ha profesionalizado.
En este escenario, la primera pregunta que deberían hacerse todos los socios de la cooperativa es qué criterio debe prevalecer, el de la mayoría o el de la minoría. La segunda es, qué pasa con la minoría. Hay dos opciones: aceptan la decisión de la mayoría y trabajan lealmente en pro del colectivo o se van de la organización. Hay una tercera, la peor: no reconocen a la mayoría, no se van y se quedan minando por tiempo indefinido la acción de la cooperativa.
Estimado Jose Manuel; estoy plenamente de acuerdo con todo lo que comentas en lineas generales, pero me gustaría hacer una matización bastante importante: de los 123 socios con que cuenta COMAFE, votaron a favor 80 socios (el consejo Rector lógicamente nunca va a votar en su contra, luego a estos menesteres no debería computar), lo cual hace un 65% de socios que refrendaron su actuación, es decir, que hay otro 35% que no esta de acuerdo con la misa. Se trata, por tanto, de una minoría no tan minoría, pues estatutaria y jurídicamente pueden llevar a cabo numerosas acciones.
Juan Manuel, estoy totalmente de acuerdo contigo, pero si esa minoria (30%) no tiene opción a ser escuchada y a la mayoria se le ha contado algo previamente sin escuchar la versión de la minoría, ¿eso no se llama predeterminar la voluntad de la mayoria?.
A pregunta concreta respuesta concreta. Claro que pueden, y deben, alzarse voces discrepantes. También digo que en una organización, sea cual sea su forma societaria, las mayorías deciden. Y las minorías pueden discrepar, pero deben aceptar las decisiones de la mayoría. Si no, las sociedades se vuelven inoperativas y todos, mayorías y minorías pierden. Gracias por tu pregunta.
Una pregunta Juan Manuel ¿Por qué se van a ir de la organización? ¿No pueden alzarse voces discrepantes? A mi me parece que la oposición, si es sana, educada y constructiva, refuerza cualquier organización; es más, al estar vigilantes impiden que puedan darse abusos por parte de las mayorías, abusos que ten por seguro se darían en cualquier organización si no existiera el grupo opositor de turno. ¿No te parece?