Las cosas están cambiando a pasos agigantados en el sector de ferretería y bricolaje. Y entre las que más lo están haciendo, hay que señalar los surtidos de determinados tipos de establecimientos y las políticas comerciales de las marcas. En el primer caso, nos encontramos con suministros de la construcción que incorporan herramientas y muebles de jardín; a establecimientos de bricolaje que venden menaje de cocina y mesa o a bazares chinos que venden marcas premium.
En el segundo, comprobamos cómo marcas posicionadas a macha martillo en el canal profesional aparecen en los lineales de establecimientos de bricolaje o cómo marcas premium de reconocido prestigio se posicionan en establecimientos multiprecio -los vulgarmente llamados bazares chinos-. Recomiendo visitar con espíritu abierto y crítico algún establecimiento de Bigmat, Leroy Merlin o Li Txu. Serán bienvenidos los comentarios.
Somos conscientes desde hace tiempo que todos los axiomas están en proceso de revisión o de reinvención, que lo que ayer era imposible hoy es razonable y que siempre pueden argumentarse circunstancias que justifiquen cambios progresivos o bandazos inesperados; reposicionamientos de precios y de marcas o negocios oportunistas y operaciones a degüello. Entendemos que la presión del mercado lleva a situaciones donde es casi imposible resistirse a la tentación de cruzar las líneas rojas. Y hasta podemos compadecernos de los que se ven obligados a hacerlo.
Lo que -en mi opinión- no favorece el saneamiento del mercado es la hipocresía y la ambigüedad. La degradación que ambas posturas provocan conlleva efectos secundarios de calado y una confusión generalizada que quizá solo sea el inicio de una nueva era en la que el canal ha dejado de ser un cauce para pasar a ser una entelequia. O tal vez solo sea el resultado de actuaciones desesperadas en una situación desesperada. Lo cierto es que en este escenario nebuloso, algunos siguen su camino y mantienen sus principios y, en general, les va bien.
