Como comentaba en mi post de noviembre, sobre el cambio que suponen las comunidades energéticas, nos encaminamos hacia un modelo energético donde el consumidor formará parte activa del mercado eléctrico, proporcionado flexibilidad al sistema: ya sea dotando a su instalación solar de baterías donde almacenar la energía no consumida, o transfiriendo la energía almacenada en la batería de su vehículo eléctrico a la red (tecnología V2G).
Las poblaciones, en especial las grandes ciudades, son una parte clave en el problema del cambio climático a escala global. Esto significa que también juegan un papel importante en la reducción del consumo energético y las emisiones de CO2. Para alcanzar los objetivos de la Unión Europea, se están realizando acciones para promover un sistema cooperativo de mayor eficiencia energética y mejor uso de los recursos disponibles. Entre estas acciones, destaca la creación de comunidades energéticas locales.
Directiva europea sobre comunidades energéticas
El modelo energético comunitario va encaminado a transformar nuestro sistema energético para que sea más democrático, sostenible y estable.
La UE ha sentado recientemente las bases legales para esta reconstrucción. Ahora corresponde a los Estados miembros y a las autoridades locales garantizar que el concepto prospere, acelerando democráticamente la descarbonización. Y aunque esta figura no está reconocida actualmente en nuestra legislación, en el carácter más ciudadano se está trabajando en ello; y, además, el PNIEC (Plan Integrado de Energía y Clima 2021 -2030) prevé la figura de las Comunidades Locales de Energía.