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El concepto “coche eléctrico” se ha quedado corto

El vehículo eléctrico va mucho más allá de un cambio en el sistema de propulsión. La primera vez que probé un coche eléctrico, allá por 2013, me dije esto no hay quien lo pare¡inexorable!”. Toda una experiencia de conducción altamente satisfactoria, pero ya por aquel entonces era un automóvil, en este caso un BMW3i, de primera generación, totalmente conectado a un navegador tremendamente funcional que te indicaba donde se encontraba la farmacia más próxima, con una autonomía por ciudad inigualable, sensaciones directas de conducción estupendas, reprís, frenado, etc.

Después de cinco años de aquella experiencia, el concepto y la realidad avanzan mucho más de lo que ha supuesto su penetración en el mercado. Por parte de una mayor parte de la opinión pública, del ciudadano, la percepción no ha sido tal. Se tiene una concepción errónea del vehículo eléctrico. Solo se percibe una parte: se piensa en un coche convencional al que se sustituye el motor de combustión por uno eléctrico y esto supone una realidad muy sesgada. Ese concepto de coche eléctrico se ha quedado muy corto.

Experiencia con vehículo eléctrico
Una experiencia inolvidable con el vehículo eléctrico, hace más de cinco años.

Energía & IT cada vez más unidas

Un vehículo eléctrico (VE), y digo vehículo porque podemos añadir al coche desde scooters urbanos a autobuses y camiones, está muy avanzado en cuanto a la integración de tecnología digital de tal manera que se puede realizar perfectamente tele-cheking de funcionamiento desde el propio concesionario o servicio técnico en cualquier localización donde se pueda encontrar el vehículo en cuestión, además de integrar tecnología totalmente flexible que permite actualizar una gran parte de las prestaciones sin mayor problema y sin necesidad incurrir en gastos importantes.

En el caso de la gestión de la carga de la batería, punto prioritario sin duda, la digitalización tendrá aquí un papel fundamental para poder cubrir las previsiones de penetración del vehículo eléctrico en los próximos años desde una perspectiva de gestión inteligente que minimice en lo posible la ampliación de potencia instalada y que, a la vez, cubra en todo momento la demanda exigida, contemplando la instalación evolutiva de la red de los distintos puntos de carga privados y públicos, con cargas en una horquilla que va de los 3,7 kW a los 50 kW en función de la velocidad de carga entre 8 y 9 horas, y entre 20 y 30 minutos, respectivamente, para una carga del 80% de la batería.

Mención aparte sería las cargas ultrarrápidas, que están entre los 100 y los 400 kW. En cualquier caso, supondrá un notable incremento de la actividad de las empresas instaladoras que estén preparadas para operar en este ámbito, generando no pocos puestos de trabajo cualificado.

Más inversiones en redes de puntos de recarga

Para ver un crecimiento sustancial de número de vehículos eléctricos en circulación van a ser necesarios varios condicionantes, empezando por inversiones públicas y privadas en la configuración de las redes de recarga. Por un lado, la apuesta municipal, ya se trate de pequeños municipios de 5.000 habitantes como de las principales ciudades españolas, y en la parte privada comenzando por los propios fabricantes de automóviles con una apuesta decidida que impulse definitivamente la demanda. Hasta el momento, la mayoría ha presentado modelos más para responder a una estrategia de marketing, con el propósito de posicionarse con la  innovación tecnológica, que como estrategia real de transición definitiva de su oferta “core business”, sustituyendo modelos eléctricos por modelos de motor de combustión.

Si bien es cierto que hay marcas que han nacido en el concepto vehículo eléctrico, como Tesla, los grandes líderes de la automoción han hecho de momento movimientos todavía muy discretos que han tenido respuesta en los early adopters, aquellos consumidores más avanzados en las tendencias del mercado, pero todavía muy lejos de llegar al ciudadano medio.

Empresas enchufadas a la competitividad

El principal vector de transición del vehículo convencional de combustión al vehículo eléctrico viene dado por el empuje de muchas empresas por electrificar sus flotas de automóviles y de trasporte viendo en la sostenibilidad una gran ventaja competitiva. Especialmente aquellas con las flotas más extensas y diversas en número y tipo de vehículos buscando un modelo de movilidad y transporte que tenga un bajo impacto ambiental. Desde Mentakers  he tenido la oportunidad de  participar en varios proyectos de transformación de polígonos industriales en nuevas áreas de actividad económica (el modelo de actualización de los polígonos industriales que propone la Unión Europea dentro del plan Horizonte 2020), donde se tiene muy presente que las infraestructuras de estas áreas  deben tener previstos suficientes puntos de recarga para facilitar la expansión del vehículo eléctrico, que impulse la reducción de emisiones de CO2 en las actividades empresariales e industriales.

El transporte es la actividad que más energía primaria consume y una de los principales fuentes de emisión de gases contaminantes y generación de ruido. En cualquier caso, incorporar vehículos eléctricos no es una decisión fácil para las empresas ya que el precio de adquisición o renting es superior a los vehículos de combustión, y todavía tienen menos autonomía, a pesar de ello no son pocas las ventajas que aportan.

Scooter eléctrico Silence
Scooter eléctrico Silence, con batería extraíble y enchufable en cualquier punto con una toma convencional.

Ventajas competitivas del vehículo eléctrico

Además de la importante evolución tecnológica –que permite cada vez un mayor grado de autonomía con baterías cada vez más económicas, ligeras y con mayor capacidad de carga–, una mejor gestión y comunicación a través de la conectividad y el ganar reputación ante la sociedad por la sensibilización y responsabilidad hacia la sostenibilidad medioambiental de la empresa, son valores en claro crecimiento entre la opinión pública que influyen en el consumo.

En resumen, el vehículo eléctrico es una decisión buena para la empresa, para la sociedad y para el medio ambiente, que tiene otras ventajas y externalidades como un menor coste de mantenimiento, pagar menos impuestos, gratuidad en peajes y tarifas reducidas en aparcamientos públicos municipales y, con toda seguridad, a futuro menor carga impositiva en tasas ambientales que irán en aumento en los vehículos más contaminantes.

Considero el tema de sumo interés. En mis próximos blogs seguiré hablando de ello.

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