Inicio / Opinión / El ataque definitivo: si comes carne no foll…

El ataque definitivo: si comes carne no foll…

Hasta ahora,  el sector cárnico  ha resistido acometidas muy poderosas. Embites animalistas; empellones de organizaciones como la OMS o Greenpeace; sacudidas de reportajes de tv… A todo eso se enfrenta y de todo eso se defiende, con muchos y buenos argumentos, un sector fuerte y orgulloso de su quehacer tanto en producción como en calidad de producto. Sin embargo, queda por afrontar la peor embestida. Una que  utiliza como ariete anticárnico la mayor fuente de energía que la humanidad ha conocido. Esa que mueve el mundo y marca los destinos (y las decisiones) de nuestra raza humana desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer: el sexo.

Estoy hablando de los vegasexuales y, en serio, si esto va a más, no tenemos nada que hacer.

Si comes carne, no foll...

En realidad, no es un tema nuevo. Hace años que se viene escuchando, pero con el auge del veganismo (aún muy minoritario, pero ampliando cuota) cada vez se leen más artículos sobre esa tendencia.

El término ‘vegasexual’ nació en Australia en 2006 para referirse a personas que no sólo son veganos, sino que la simple idea de intercambiar fluidos con alguien que se ha alimentado de carne les provoca rechazo.

Vamos, que no quieren besar una boca, por la que entran animales muertos o tocar una piel que se regenera alimentándose de otros cuerpos. Incluso oler a esas personas les provoca rechazo. Opiniones todas ellas muy respetables, por supuesto. Que además, para gustos a puerta cerrada en ese tema quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, coliflor o muslo de pavo.

Eso sí, no puedo resistirme a hacer el comentario fácil de que, al menos en nuestro idioma, no deja de ser irónico que se rechace lo carnal con un ‘cárnico’.

Como muestra de lo que hablo, un vídeo de una película que sin duda marcó a toda una generación (y también aportó alguna que otra idea) y que, paradojas de la vida, parece hecho precisamente para vegasexuales (aunque tengo mis dudas con la gelatina).

 

Ahora es cuando habitualmente en mis post llegaría el momento de los consejos para revertir la situación descrita o minimizar el problema. Pero qué queréis que os diga, ante esto no veo mucha solución.

He aconsejado sobre muchos temas en este blog, pero reconozco que ante esto no hay nada que hacer:

Si a un hombre o una mujer su pareja les dice que o dejan de comer carne o se acabó para siempre la alegría catre-carnal, esa persona renegará de la proteína cárnica cual Galileo de la Teoría Heliocéntrica.

Y lo acabará haciendo porque abordar cada noche un tema de tal envergadura no sería más que llevar a sus últimas consecuencias, aquello de ‘Haz el amor y no la guerra, y si quieres ambas cásate’.

Además, para qué discutir todos sabemos el resultado final. Ya lo enseñó Aristófanes en Lisístrata hace 2.429 años: Nada se resiste ante una huelga sexual.

El frigorífico de esa casa se llenará de lechuga, brócoli y tofu. Si acaso algún calabacín o papaya por aquello de alimentar la imaginación para el anhelado encuentro que se espera luego tras tamaño sacrificio en la dieta.

Así que, amigos del sector cárnico, sólo nos queda la humilde victoria sintáctica que ya he comentado:

Perderemos cárnicos, pero ganaremos ‘carnalidad’.

Y es que con esa condición ‘sine qua non’… hasta yo le pondría ojitos tiernos el tofu.

 

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Scroll al inicio