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Barcelona es amiga de los vegetarianos y veganos… ¿Y qué hay de lo nuestro?

Por José Carlos Vicente

Hace unas semanas el Ayuntamiento de Barcelona declaró a la ciudad ‘Veg-Friendly’ (ciudad amiga de la cultura vegetariana y vegana), una posición muy respetable en el ámbito particular, pero que llamó la atención por provenir de una institución pública que debe defender los intereses de todos los habitantes de la ciudad así como las industrias que garantizan su bienestar.

Quizá para muchos haya sido un gesto anecdótico fruto de la agitación política que vivimos, pero vamos a repasar algunas de las implicaciones que tiene:

  • Los lunes, toda alimentación que se facilite en los comedores que controla el Ayuntamiento serán ‘sin carne’.
  • El Ayuntamiento se compromete a pagar un acto anual para promover la opciones alimentarias vegetariana y vegana.
  • Creación de BCNvegpoint para favorecer el pequeño y medio comercio local vegano y vegetariano, entre otras cosas.

Decisiones que vinieron acompañadas de algunas frases pronunciadas en el parlamento catalán por miembros de los partidos que votaron a favor de la propuesta (ERC, BComú, CiU, PSC y CUP) como:

  • “Esto es ser moderno”.
  • “Está unido a un estilo de vida más saludable”.
  • “La ciudad promueve la comida sana y el comercio de proximidad”.

Dicho de otro modo, favorecer a las empresas o comercios vegetarianos y veganos y eliminar la carne un día a la semana por obligación (que no por elección),  es moderno, saludable y promueve el comercio de proximidad.

De lo cual también se podría deducir que comer carne (o como mínimo comerla el lunes) es antiguo, insano y va en contra del comercio de proximidad (o al menos no hace nada para favorecerlo).

Y entonces,… ¿Podemos concluir también que en Cataluña hay 180 empresas y 30.700 trabajadores que trabajan todos los días en una actividad antigua, insana y que no favorece el comercio de proximidad?

La respuesta es ‘no’.

Esas empresas (mataderos y salas de despiece e industrias elaboradoras) generan el 21,6% del PIB industrial catalán y el 4% del PIB total de Cataluña (según datos de Fecic);  y en 2015 produjeron 2.165.397 toneladas de carne con un respeto absoluto por la legislación animal y sanitaria y con una Calidad reconocida en todo el mundo, ya que es más fácil contar los países a los que no exporta que a los que sí (según datos del Magrama).

Cifras que dejan bien claro que, pese a quien pese, Barcelona y Cataluña son Cárnicas.

Así que vayamos por partes…

  1. Respecto a si es más moderno, ni soy historiador, ni biólogo, ni nutricionista, ni médico, pero por lo que yo sé, el hombre y sus ancestros dieron el primer mordisco a un pedazo de carne y a una lechuga (o lo que hubiese entonces) más o menos por el mismo milenio, lo que en términos de Historia viene a ser al mismo tiempo.
  2. Sobre el estilo de vida, hay toneladas de papel impreso con argumentos científicos que demuestran que la carne forma parte de cualquier dieta que aspire a ser completa y saludable.
  3. Por último, no vivo en Barcelona, pero cuando voy veo infinidad de carnicerías de proximidad a las que también les gustaría tener una oficina creada específicamente para ayudarles en sus problemas.

No seré yo, cuya dieta incluye por supuesto verdura , quien vaya en contra de la comida vegetariana y vegana, pero desde luego todo lo que implica obligación me genera cierta incomodidad.

Tampoco diré que dado que la industria cárnica catalana es fuerte hay que declarar el ‘Martes del chuletón’, el ‘Miércoles de la butifarra’, el ‘Jueves del Fricandó’… y ponerlos como plato único en colegios, edificios de la administración, etc.

De verdad, hay muchos modos de fomentar industrias y favorecer colectivos sin tener que atacar implicitamente a otros e imponer algo que se tiene que hacer sí o sí (porque imagino que para quienes acudan los lunes a uno de esos comedores la opción de no comer está descartada) no parece lo más adecuado.

Menos aún si una parte importantísima de tu estado del bienestar proviene de la riqueza que genera el sector al que indirectamente señalas como ‘el malo de la película’.

Aunque sólo sea por esos motivos, quienes tienen que legislar y defender los intereses comunes deberían tener más cuidado con las obligaciones que imponen y con las palabras que usan.

Porque viendo esta declaración, quizá las 200 empresas y los 30.700 trabajadores cárnicos se estén preguntando… ¿y qué hay de lo mío?

 

Pese a quien pese, Barcelona y Cataluña son Cárnicas.

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