Estamos en un momento crítico donde los cambios en el mercado son constantes, donde unos se posicionan en el tablero de ajedrez que supone la estrategia de cualquier empresa y donde hay que leer cualquier cambio con mentalidad constructiva. Y, sobre todo, leer la letra pequeña, algo que no se nos da muy bien en nuestra cultura, donde se lleva más leer el titular y sacar conclusiones precipitadas y, por lo tanto, equivocadas.
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Innovación y talento: el diamante de las pymes
En el contexto actual de movimientos tectónicos y terremotos en los mercados y con el cambio como algo ya constante en el día a día de las organizaciones, el santo grial equivaldría a conseguir innovar más y mejor que la competencia y no puede sobrevivir ninguna empresa sin inyectar la dosis necesaria de innovación.
Por lo tanto la pregunta es ¿cómo llego a la innovación? Y, sobre todo, ¿cómo llego a que se convierta en algo natural y se incluya en la gestión del día a día?
Con formación permanente crecerás sanamente
Se acaba de publicar un informe oficial que asegura que la formación de las empresas en España se ha reducido en un 16 % en el año 2016 con respecto al año anterior y que ya son 4 años de bajadas seguidos, lo que sin duda es una mala noticia. En España la inversión en formación ya es bastante inferior a otros países como Francia o Estados Unidos y ahora con estos datos la distancia seguro que se hará más grande.
Por otra parte, los continuos y bruscos cambios que se producen en los mercados requieren más que nunca altas dosis de aprendizaje para poder adaptarnos y competir, lo que sin duda resulta una contradicción todavía más incomprensible para descuidar la formación. Y, además, los costes de la formación hoy día son bastante más económicos y existen muchas más fórmulas y posibilidades que hace unos años. Tanto en cuanto a cantidad de eventos privados presenciales como a través de Internet, tenemos mucha formación gratuita.
También debemos tener en cuenta que los clientes cada vez son más exigentes y se requieren altas dosis de calidad en los servicios que les prestamos. Este es otro motivo que refuerza la necesidad de inyectar formación en nuestras organizaciones. Y otro cálculo que hemos de tener en cuenta en las empresas es que normalmente contratar talento externo sale más caro que formar y potenciar talento interno.
Es obvio que para que haya innovación y modernización en nuestras empresas hacen falta altas dosis de creatividad que solo pueden venir de un gran conocimiento de las tendencias que se imponen en los mercados y la formación ayuda mucho en esto. Un personal mejor formado siempre será un personal más motivado, porque se sentirá más seguro a la hora de tomar decisiones y aportará mayor calidad, lo que acabará beneficiando al cliente y, por lo tanto, a todos los componentes de la organización.
Que las empresas sean más pequeñas no es motivo para renunciar a que el equipo humano adquiera más calidad y traslade mejoras visibles a los clientes. Una de las ventajas principales de estas empresas, la flexibilidad, debe aprovecharse al máximo como un arma distinta a las de las grandes competidoras.
La alta capacidad de adaptación a los cambios del entorno solo podrá venir como consecuencia de una mejor preparación de las personas de la organización que, al tener mayores conocimientos, podrán valorar las estrategias a seguir más adecuadas. Recordemos que la productividad no solo consiste en hacer cosas, sino hacer las adecuadas y de forma excelente. Y esto, con mayor formación del equipo, más fácil resultará.
Tener más conocimientos nos reduce los niveles de inseguridad y temores y nos vuelve más eficientes y eficaces y esto es fundamental en cualquier empresa.
Otra ventaja de la formación es que nos permitirá delegar algunas tareas en nuestros colaboradores y así dedicarle nosotros más tiempo a lo realmente importante. La norma dice que, antes de delegar, hay que formar. Y elegir bien lo que delego es un arte.
Otro aspecto psicológico muy importante es que para que el personal no se sienta estancado y se quede en la zona de confort resulta muy importante la formación. No podremos exigir mejores resultados, si no formamos bien a nuestra gente.
Y luego está el orgullo de pertenencia a nuestra marca, que será sin duda mayor, cuanto más preparada se sienta la plantilla y esto acaba influyendo en el balance a final de año por mucho que no lo veamos ahí reflejado contablemente.
Y no olvidemos que todo lo que comunica nuestra empresa hacia el exterior es el reflejo de lo que realmente somos a nivel interno y la falta de formación influye directamente en la calidad de lo que transmitimos como marca al mercado.
No se puede dar calidad a los clientes, si antes no tienen calidad nuestros empleados.
La formación previene la vejez y la obsolescencia de nuestra empresa y la mantiene más joven, vigorosa y con más voluntad de renovación. Solo las personas bien formadas tendrán confianza en ellas mismas y esto es clave para que se desarrollen y evolucionen dentro de la empresa.
El gran descuido: la venta interna es anterior
Con la velocidad de los cambios actuales en el mercado, todos estamos buscando continuamente mejorar nuestro posicionamiento, nuestro sitio ideal en el mercado. Por eso, ahora mismo, renunciar a nuevos enfoques o nuevas ventas en nuestro negocio puede ser la muerte súbita. Pero el principal problema para tener nuestro negocio al día no es solo estar convencidos los que tenemos responsabilidades, sino la venta interna, saber convencer y persuadir a las demás personas que deben llevar adelante los nuevos enfoques. Vemos con demasiada frecuencia cómo ideas e innovaciones positivas a largo plazo para nuestro modelo de negocio no se llevan a la práctica por la dejadez de nuestros propios empleados que, como todo ser humano, prefieren la zona de confort de lo conocido y lo ‘presuntamente fácil’ a lo nuevo y más rentable. Esto último requiere, al principio, de un esfuerzo de siembra, como toda ampliación de negocio.
Cómo gestionar la empresa con los terremotos del mercado
Saber gestionar nuestras pequeñas y medianas empresas ahora nada tiene que ver con la relativa estabilidad de hace unos pocos años. Actualmente, los mercados se encuentran en un continuo terremoto, tanto en el plano económico, como social y cultural, donde todo se está poniendo patas arriba.
Estamos asistiendo a cambios tan profundos que no estábamos preparados para asimilarlos; cosas que en la vieja Europa dábamos como seguras, ya no lo son, como por ejemplo, perder parte de las pensiones y el cobro del paro (Grecia) o despidos de miles de funcionarios (Grecia o Reino Unido), así como la salida de Europa de los ingleses y los sustos en las últimas elecciones de Holanda y Francia, donde había gente dispuesta a abandonar la Comunidad Europea.
Cómo alinear y centrar al equipo en momentos críticos
Todas las empresas, y más todavía las pymes, ante momentos de grandes cambios e incertidumbre se encuentran con el problema de la dispersión de sus equipos, que se descentran con suma facilidad y la visión se vuelve como una foto borrosa. Con los cambios en el mercado a gran velocidad vienen los problemas y empiezan a buscarse culpables en lugar de soluciones, el equipo se rompe y algunas individualidades parecen haber desaparecido o haberse escondido de la realidad, se meten en el día a día lo más camuflados posible y sin querer debatir abiertamente los nuevos problemas.
La iniciativa es lo único que te activa
Vivimos en una especie de tobogán por donde nos deslizamos demasiado rápidamente en el mundo de la empresa en estos momentos. Eso dificulta que sepamos diferenciar si lo que hacemos es lo que más valor produce para nuestra organización o si invertimos el tiempo en tareas aparentemente urgentes, pero que no son importantes.
Ante los veloces y continuos cambios del entorno, una de las reacciones más comunes es dejarse llevar y no tomar la iniciativa, quedarse bloqueado y no actuar. Y eso nos va dejando fuera del mercado, porque cada vez se nos ve y se nos nota menos.
Tomar decisiones para llegar a campeones
Uno de los equilibrios más difíciles en las empresas hoy día tiene que ver con la toma de decisiones efectiva en un entorno tan alterado y de continuos cambios. Por ejemplo, antes los consumidores solo se fiaban de la opinión más cercana, de los más conocidos, pero ahora en las redes sociales muchos se fían de gente desconocida y esto cambia las reglas del juego. No es que desaparezca la opinión del boca a boca, ni mucho menos, pero entra en escena otra forma de testar opiniones, sobre todo, entre la gente más joven, que permite más transparencia y a mayor velocidad y comodidad que antes.
Es decir, que nuestra reputación es clave ahora en el mundo online, si queremos tener la más mínima oportunidad de poder competir.
Antes los clientes eran fieles por una serie de motivos, pero ahora solo son fieles a aquellos que les cubren sus necesidades de forma inmediata, así que aquellas empresas que tienen mejores disponibilidades de producto o servicio tienen más posibilidades de vender, ya que la impaciencia es una de las cualidades del nuevo consumidor.
Para tomar buenas decisiones en la empresa hacen falta varias cosas:
- Conocer el mercado y sus movimientos a tiempo real, sin descuidar noticias de economía y sociedad, y no solo a nivel local o nacional, ya que los cambios llegan de cualquier sitio.
- Tener una formación actualizada que nos permita reflexionar de manera estratégica y podamos movernos en el tablero de ajedrez con soltura.
- Disponer de momentos para reflexionar serenos fuera del horario laboral, ya que no siempre estamos en condiciones de tomar decisiones sin estar alterados.
- Procurar que la gente que tengamos en plantilla, o al menos una parte lo más importante posible, trabaje en equipo y exprese sus opiniones (para ello deben estar formados e informados y sentirse parte de nuestra marca).
- Practicar la fórmula de los tres 10, preguntándonos qué consecuencias tendrán nuestras decisiones en los próximos 10 días, en las próximas 10 semanas y en los próximos 10 meses.
- Estar asociados a todo tipo de fuentes de información generalista + sectorial + local y asistir a algunos eventos para poder intercambiar opiniones con otros, o sea, salir de la cueva, escuchar puntos de vista distintos.
- Leer pero estudiando, no como ocio, ya que estamos grabando información que luego nuestro subconsciente usará y sacará cuando sea necesario y contrastar siempre que la calidad de lo que leamos sea justificada, ya que en las redes sociales existe mucha basura y opiniones no contrastadas. Hay que ser lo más curiosos posibles.