El equilibrio en la empresa, más necesario que nunca

Por José CarrascoFundador de Fersay y Azelera Formación

En momentos como los actuales de tanta volatilidad e incertidumbre y con sobresaltos casi a diario en el entorno, no es lo mismo una empresa con equilibrio que una empresa con cierta dosis de desestabilización.

Si en situaciones más estables el equilibrio siempre fue importante, ahora adquiere todavía mucha más importancia, debido al caos y a los cambios que nos afectan casi a diario.

En la actualidad, vamos como pilotando un avión (pero no tenemos piloto automático). Y no queremos que se nos vaya ni hacia un lado ni hacia el otro. Queremos mantener el rumbo lo más estable posible. Pero algunos de los factores que nos pueden desviar algo el avión, que es nuestra empresa, ni siquiera dependen de nosotros. Y otros pueden venir como consecuencia de decisiones que tomamos en el pasado y debemos revisar ya.

Conseguir el equilibrio

La vigilancia del equilibrio total en una empresa depende de un montón de equilibrios en diferentes partes de la misma. Por ejemplo, entre:

  • Los valores de la empresa y los valores de cada persona de la plantilla.
  • Las creencias reales del personal y los sueños o deseos que queremos.
  • La inversión en formación actual o la futura ignorancia de nuestro equipo.
  • El personal experto o especializado y el personal polivalente.
  • El personal de larga trayectoria y el nuevo en nuestra empresa.
  • El personal común y diversidad en la plantilla para nuevas ideas.
  • El conocimiento interno y el externo que debamos subcontratar.
  • El corto y medio plazo (el largo ya casi no existe).
  • Las estrategias sólidas, pero también flexibles.
  • La explotación presente y exploración mañana (innovación).
  • Lo tradicional y lo que hay que transformar.
  • El mercado actual y el mercado futuro de nuestros clientes.
  • Los servicios personalizados al cliente y automatismos tecnológicos.
  • El mundo Off o físico y el mundo On o virtual.
  • Los productos o servicios de volumen y los de márgenes.
  • La cantidad de clientes (base amplia) y calidad de clientes (más rentables).
  • Las inversiones necesarias actuales y futuras.
  • Añadir más valor al cliente y poder monetizarlo o rentabilizarlo.
  • Las innovaciones para clientes y que las valoren y entiendan.
  • Etcétera.

Seguro que podemos encontrar más añadidos al famoso equilibrio para mantener la empresa en pie en el mercado en el que nos movamos.

El equilibrio es vital para las empresas

El equilibrio resulta vital

Es obvio que ahora es el momento de los equilibristas, de los estrategas que no se inclinen demasiado hacia un solo lado y sepan combinar las decisiones.

No es fácil. Sin embargo, también supone una gran oportunidad, ya que los mejores conseguirán distanciarse del resto y destacar en el mercado.

Ahora no vale quedarse quieto y seguir la corriente del resto de la manada. Tampoco podemos hacer locuras con novedades demasiado incomprensibles para nuestros clientes, ya que están demasiado ansiosos para analizarlo bien y debemos hacerlo simple.

Es buen momento también para conseguir equilibrios con nuestros proveedores para mejorar calidades, procedimientos y rentabilidades. Y para cooperar juntos en alcanzar objetivos comunes que nos den un posicionamiento más sólido.

No es, sin embargo, un momento para quedarse en la parálisis del análisis. No podemos esperar a tener el 100 % de los datos necesarios para tomar decisiones. Hay que tomarlas con suma rapidez, puesto que cualquier retraso puede suponer el adelantamiento de uno de nuestros competidores en el mercado. Y entonces estaríamos en fuera de juego.

Dirección desde el liderazgo

De los equilibrios que seamos capaces de conseguir dependerá el futuro de nuestras empresas. Así que no es una opción, sino una obligación ineludible. Ahora todo consiste en dar la cara desde la dirección de la empresa.

No podemos ser adivinos. Pero se supone que debemos ejercer el liderazgo y dar una cierta dosis de certidumbre y de coherencia a nuestros equipos. Es lo que ellos esperan de nosotros. Y se supone que debemos saber navegar en aguas muy agitadas y no solo en un mar en calma, donde casi cualquiera puede dirigir un equipo. En este último caso, sin duda ninguna, será un equipo de mediocres, porque solo saben funcionar en un entorno estable, que es justo lo que ya no hay, de momento, en el mundo actual.

Y no imitemos movimientos de otros sin analizar con profundidad si nos conviene o no. Ahora esto es mucho más peligroso que en entornos más favorables.

Elegir a quién tener cerca es importante, pero elegir a quién tener lejos es vital.

Justo cuando ya nos sabíamos las respuestas, nos han cambiado las preguntas.

La preocupación debería llevarnos a la acción, no a la depresión.

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