Hace unos días conocíamos la noticia de que las asociaciones ANICE, ANAFRIC, FECIC, ANAGRASA y AGEMCEX, habían alcanzado un preacuerdo con los sindicatos UGT y CCOO acerca de un nuevo convenio colectivo del sector cárnico que regule la actividad laboral de las industrias cárnicas en España.

Este principio de acuerdo, del que aún quedan asuntos pendientes para que cristalice y que deberán ser analizados en la Mesa de Diálogo que convocará el Ministerio de Trabajo, desde luego que es un avance importante para regular las condiciones laborales del sector. Recordemos que está conformado por alrededor de 3.000 empresas y que es el principal empleador de la industria alimentaria con más de 100.000 puestos de trabajo. Así que, en primer lugar, debemos reseñar que estamos ante una gran noticia.
Por otro lado, cabe destacar que las negociaciones han girado en torno a la figura de un convenio sectorial. Esto es, aquellos que se aplican a un sector de la actividad económica de un país, en este caso el de la industria cárnica. Se trata de un acuerdo de ámbito estatal, publicado en el Boletín Oficial del Estado y negociado por los sindicatos y por las asociaciones empresariales que tengan, como mínimo, el 10% de representatividad en dicho sector económico.
Gracias a estos convenios, se puede regular, principalmente, el salario y la jornada laboral. Aunque no son menos importantes otros aspectos objeto de regulación en el convenio sectorial como la conciliación familiar, los desplazamientos, las guardias y turnos, los permisos retribuidos o la formación.
De esta forma, tomando como ejemplo este preacuerdo alcanzado para el convenio colectivo del sector cárnico, lo que se ha consensuado es que dicho convenio tenga una vigencia de tres años (2018-2020), que se produzca una subida de sueldos del 2,5% a los trabajadores afectados por la aplicación del convenio y, por último, la incorporación de un protocolo para prevenir el acoso sexual en las empresas del sector.
Una cuestión, la de la prevención del acoso, que abunda en la tendencia que el sector cárnico viene siguiendo en cuanto a igualdad de trato dentro de sus empresas.
Conviene recordar que la función principal de los convenios sectoriales es la de regular unos contenidos mínimos en cuanto a condiciones laborales de los trabajadores afectados por la norma y el sector, que en todo caso tendrán fuerza de ley.
Dicho convenio sectorial pierde prioridad cuando se le confronta con un convenio de empresa, que podrá variar las condiciones concretas establecidas en dicho convenio sectorial (y según las materias enunciadas en el Estatuto de los Trabajadores). Sin embargo, en ningún caso podrá introducir cambios que empeoren las condiciones de los empleados respecto al convenio sectorial. Esto es, el convenio aplicable al sector constituye una suerte de norma mínima que los convenios colectivos de empresa podrán mejorar o matizar, pero nunca empeorar.
No obstante, en los últimos meses hemos conocido la noticia de que el actual Gobierno podría reformar el Estatuto de los Trabajos para que sean los convenios sectoriales los que tengan prevalencia sobre los de empresa en cuestiones como la jornada laboral y los salarios, mientras que se relegaría a cuestiones como los turnos o el horario a los convenios de empresa.
Esto, que aún se vislumbra a medio o largo plazo, supondría dotar de mayor fuerza a las negociaciones entre sindicatos y patronal que, en el caso del sector cárnico, tienen una importancia significativa para garantizar la estabilidad de uno de los campos económicos de mayor impulso en España.
Lo que ahora queda en el tejado de la Mesa de Diálogo son cuestiones como la flexibilidad o la subcontratación, cuestiones clave en un momento en que algunas empresas están bajo la lupa de las inspecciones por prácticas relativas a los ‘falsos autónomos’. Todo ello, sumado a las condiciones laborales que se determinarán en dicho convenio sectorial, debe marcar la línea para afianzar el sector de la industria cárnica.
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