Como este enero cumplo la mayoría de edad en el sector ferretero y las imágenes se escurren, entre las desgastadas neuronas, como lágrimas en la lluvia -que diría el replicante malo de Blade Runner-, voy a trasladarles lo que queda dentro de las ferias ferreteras después de casi dos décadas en este oxidado sector.
Podía haber intentado recordar los artilugios técnicos utilizados -con mención especial al fax cuando las empresas se defendían de las propuestas comerciales no poniendo papel en la máquina- o las lúgubres redacciones vividas, pero hubiera quedado demasiado personal; las ferias, de las que ahora empieza una nutrida representación, me permiten hablar del otro y eso siempre da más juego.