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Las nefastas consecuencias de la financierización de la economía

Por Javier BarrioDirector comercial del área de Ferretería y Bricolaje

Hace unas semanas me llegó un artículo de los que, según abres, envías a reposar sine die; lo enjaulas en el cajón de los archivados no leídos. Era de macroeconomía, de los farragosos y con una traducción mejorable. De esa cárcel sólo se sale si estás en verano y el tiempo no escasea. Un titular me conminó a sacarle de la celda. “Los bancos estadounidenses poseen actualmente 157 billones de dólares en productos derivados, casi el doble del PIB Mundial y un 12% más de lo que poseían al comienzo de la crisis de 2008”.

Por lo visto no hemos aprendido nada.

Los sumerios inventaron el dinero cuando el sistema de trueque colapsó. Durante más de 10.000 años la producción agrícola, industrial, tecnológica ha sido la piedra angular sobre que giraban las reglas del comercio local, internacional… ahora global.

La Segunda Guerra Mundial dio paso a casi 35 años de expansión sin precedentes que solo acabaron con la crisis de sobreproducción de la economía capitalista a mediados de los 70. Una de las respuestas a la misma fue la financierización, palabra casi tan fea como los efectos que provoca. Desde entonces el capital financiero ha superado a la élite industrial en poder e influencia sin acabar con las ruinosas recesiones. Al menos 12 hemos sufrido en las últimas 3 décadas, la más grave la de 2007/2008 de la que todavía no se han repuesto algunas economías.

Volvemos a construir nuestra economía sobre un polvorín de incertidumbres

La financierización alentó los préstamos de vivienda de alto riesgo y la aparición de la ingeniería financiera que convirtió en líquidos o negociables, contratos que siempre habían sido inamovibles como las hipotecas. Además propicia la eclosión de la industria bancaria no regulada, emporios como Goldman Sachs o Morgan Stanley que no rinden cuentas ante nadie más que sus inversores.

La asombrosa cifra que los bancos estadounidenses vuelven a acumular en productos tóxicos, volátiles y fungibles son una muestra evidente de que la reforma del sistema financiero mundial que pretendía Barack Obama, al llegar a la presidencia en 2008, ha sido un rotundo fracaso.

Volvemos a construir nuestra economía sobre un polvorín de incertidumbres que manejan trileros sin escrúpulos. El artículo original es de Walden Bello.

Si hay alguna interpretación que quieran añadir los comentarios al blog están para eso. También me gustaría que me contarán cómo han ido sus ventas en el primer semestre. La mayoría habla de un muy buen primer trimestre y de un parón tras las elecciones. Si participan en los comentarios TODOS tendremos más datos.

Cocina de autor en Cullera; Nou Royalty. Restaurante pequeñito pero matón.

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Arkaitz
Arkaitz
04/07/2019 14:12

La economía non consume en mayor proporción en la que nosotros consumimos artículos de mayor o menos necesidad. No tenemos y jamas tendremos el control sobre los devenires, a veces erráticos, de la economía mundial. Solo nos queda capear el temporal cuando empezamos a notar las primeras gotas de lluvia.
Respecto al semestre, coincido. Buenas cifras pese a ese ‘extraño’ parón post-electoral.

Jesús
Jesús
04/07/2019 13:54

Sí, coincido en las ventas del primer y segundo trimestre, aunque nosotros hemos notado bastante mejora al final del segundo.
Supongo que no podemos esperar a que los políticos decidan como repartirse el pastel para seguir con nuestra vida.
La mayoría concluye que son ciclos, y los que deciden son los bancos.

En cuanto a lo de caer otra vez en el mismo error de la crisis, estoy seguro que la mayoría volvería a tropezar en la misma piedra una y otra vez. Pero creo que es un problema de transmitir conocimientos y experiencias a futuras generaciones.

MANUEL
MANUEL
04/07/2019 12:51

Vivimos en una sociedad bulímica de consumo, en un sistema depredador de recursos y preñado de objetivos subjetivos.
Hoy estoy filosófico Javier.
En cuanto a las ventas, es verdad, gran parón en el segundo trimestre.

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