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Bombillos y escudos; relaciones con mi puerta

El jueves de la semana pasada acudí a la comida que ponía punto final a la jornada de formación que Yale impartió para una treintena de distribuidores de cerrajería en Madrid. El objetivo era presentar su solución Yale Smart Living y dejar claro que la seguridad del presente y del futuro pasa por la electromecánica. Deduzco que el término se refiere a esa combinación de elementos mecánicos y electrónicos que van a ayudarnos a blindar nuestra seguridad física de forma simple.  En la mesa coincidí con cerrajeros y a los pocos minutos me di cuenta que hablaban de temas que se me escabullían como las truchas en un torrente. En la facultad siempre había un profesor que te decía que “el buen periodista era el que sabía un poco de todo y mucho de casi nada”.  Recordé aquel dicho de los años de estudiante y me vi obligado a llevarlo al extremo. En el caso del periodista especializado en ferretería y bricolaje debo asegurar que, en determinados temas y con la cantidad de familias de producto que componen el catálogo de nuestros puntos de venta, el desconocimiento es supremo. Vamos que, en este caso, ni puta idea. Como no se me da mal ejercer de oyente interesado agucé el oído y les traslado la erudición de los que sí saben en una materia como la seguridad física con la que nos topamos en unos pocos momentos de nuestra vida. A saber: cuando nos roban, cambiamos la cerradura, perdemos las llaves o nos las dejamos dentro de casa.

Algunas frases que cambiarán mi vida o, al menos, mi relación con la puerta.

Sorprende escuchar que “son las compañías de seguros las menos interesadas en proteger la vivienda que aseguran. Todas las pólizas determinan la remuneración exacta del profesional y obligan al recambio de la cerradura por un producto idéntico. La ecuación  produce un empobrecimiento del parque de cerraduras, condiciona a los fabricantes a seguir produciendo elementos tecnológicamente obsoletos y ofrece todas las ventajas a los cacos venideros”.

“Como nos enfrentamos a estas situaciones pocas veces, solemos tirar de esos profesionales de la urgencia que piensan más en su bolsillo que en preservar nuestros bienes más preciados. Huyan en lo posible de los disponibles 24 horas”.

“Que los mejores profesionales serían capaces de abrir cualquier puerta sin romper el mecanismo instalado –ganzuando, neologismo habemus– pero hacerlo iría en perjuicio de sus intereses. También quieren venderte el siguiente bombillo”.

“Que las ganzúas se venden de forma discrecional en las ferreterías”.

“Que una forma de elevar la seguridad no muy onerosa es la mejora del escudo”.

“¿Cuánto hacen las asociaciones del sector por formar a sus asociados y por elevar el baremo de su ética?”

Solo me he atrevido a dar una brazadas en las procelosas y complejas corrientes que componen el mar de la cerrajería. Espero que disculpen mi ignorancia y el post sirva como trampolín para todos los que puedan/quieran aportar en nuestra sección de comentarios.

Un restaurante thai para esta primavera calurosa. El Flaco en Madrid.

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