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La decepcionante revolución digital

Aunque no es El Mundo periódico de mi devoción he leído por recomendación de un amigo, durante el período vacacional que nos lleva de un año al siguiente, un artículo sobre economía que, sin duda, merece altavoz.

El autor es el periodista italiano Nicola Nosengo y tira como lectura seminal del libro del prestigioso economista estadounidense Robert Gordon “The Rise & Fall of American Growth”. Lo que nos cuenta es que los fulgurantes cambios que estamos viviendo, los continuos avances tecnológicos de los últimos años, no están redundando en un aumento apreciable de la productividad. Apenas tienen incidencia en los PIB’s de las naciones y los ritmos de crecimiento anuales son mucho más contenidos de lo anunciado.

La era de los ordenadores, La III Revolución Industrial, no está logrando que la hora de trabajo produzca y se aprecie un poco más cada año. Esta ecuación, clave para lograr que cada generación fuera más rica que la precedente, no está dando los réditos esperados. Ni internet, ni la eclosión móvil, ni la inteligencia artificial; tampoco la robótica, los nuevos materiales o las mejoras en eficiencia energética o medicina personalizada, están logrando un crecimiento sostenido como el que logró la revolución tecnológica que se dio entre finales del XIX y principios del XX; la aparición de la electricidad, el teléfono y el coche sí impulsaron la economía a un ritmo vertiginoso y, con la excepción de los períodos bélicos, nos llevaron hasta la década de 1970 con una mejora rápida de las condiciones de vida vinculada a una productividad desbocada.

Según Gordon la revolución digital habrá volcado toda su contribución a la economía en los 10 años venideros, mientras que la provocada por la electricidad duró 50 años. Magros resultados que determinarán nuestros sueldos, pensiones y el nivel de educación y sanidad que leguemos a los que nos sucedan.

Parece que debemos prepararnos para varias décadas de ralentización del crecimiento. Para aquellos obnubilados por el potencial de ventas de Amazon, el autor del artículo nos recuerda que el catálogo de ventas por correspondencia de Sears ya procesaba 100.000 pedidos diarios en 1900.

Quizá Gordon dé por acabada la Revolución Digital cuando ni siquiera ha comenzado y todos sus diagnósticos sean erróneos pero conviene tenerlo en cuenta. Se me ocurren unas pocas profesiones que podrían desaparecer con la competencia de las tecnologías en marcha. Como ejemplo del día a día intenten monetizar el tiempo que le dedicamos todos a las redes sociales y no cuenta la satisfacción emocional. He probado Facebook durante tres meses y aquí anuncio que me borro. ¿Motivo? El mismo por el que dejé de ver Tele 5 hace muchos años.

En el próximo post volveremos a hablar del sector desde la óptica de la representación.

PD: El día 2 de enero di 80 kgs en la báscula y para alguien que apenas sobrepasa el 1,70 empiezan a ser más las curvas que las aristas. Dejamos la recomendación gastronómica hasta nuevo aviso para no caer en la tentación en mitad del ayuno.

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Luis
Luis
12/01/2017 13:46

Buenas tardes.
En mi opinión, se trata de un problema digestivo.
Creo que no sabemos digerir adecuadamente las posibilidades que ofrece el medio. ¡Por exceso!
Nos comportamos como niños con un juguete nuevo y lo gastamos para todo.
¿Cuánto tiempo perdemos en actualizar perfiles, responder comentarios sin interés, en me gusta/no me gusta…?
Y no digamos en el mundo laboral; ponerte en copia en un mail no cuesta más que un click, pero entre que abres el correo, te percatas de que no tiene nada que ver con tu gestión, dudas de si te lo han mandado con segundas y no sabes si hacer comentario… Esto no es productivo.
Pienso que lo único peor que la desinformación es la sobreinformación.
Es una opinión….
Saludos

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