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Si les formas se van…

y si no se quedan; que es todavía peor! El blog va de sentencias; las dos primeras son de Joan Elías y las pronunció como último ponente del Congreso Aecoc que se celebró el pasado jueves. En la que titula se refería, desde luego, a la formación del personal, un tema que fue recurrente durante todo el día y que para mí se convirtió en la máxima de la jornada. Parece que ya circulaba por las redes sociales pero a mí no me había llegado y me parece de una importancia capital. Todavía quedan empresarios que prefieren tener personal sin formar para que no se vayan a la competencia. Este personal, incompetente y desmotivado, se encarga todos los días de poner un clavo más en el ataúd de su negocio. Tal cortedad de miras sólo puede entenderse en un país en el que la formación siempre ha sido arrumbada por estrategias urgentes que a medio plazo siempre se demuestran nefastas.

A la entronización del cliente –otro de los garantes del éxito de una empresa- dedicó también Joan Elías una frase memorable enmarcada dentro de las relaciones de pareja. Vino a decir que “cuando nos enamoramos prometemos convertirnos en proveedores de la felicidad del otro, pero en el momento que existe un compromiso y la relación se hace estable las dos partes quieren ser clientes”. De ahí a la ruptura sólo hay un paso. Felicidades al ponente y a Aecoc por contratarle; junto con Marcos García Esteban, director general de Retail Marketing Team, lo mejor del Congreso.

Para poner colofón a la fraseología tiro de archivo con una anécdota del patriarca de Bellota: Patricio Echeverría. Me la contó Luis Sueiro de Ferretería Aranguren con quien coincidí en un acto de Cofan. Luis trabajó en la fábrica de Legazpia y cuenta que un día Patricio se encontró con un trabajador que empujaba una carretilla con poco peso y le preguntó si no le parecía que podía haber cargado más picos; el humilde currante le contestó a Don Patricio que tenía razón “pero que también el sobre podía llevar más dinero”. No hay nada mejor que un personal bien formado, motivado y bien pagado.

Esta vez el restaurante en Madrid; se llama La Vaca y la Huerta y sorprende por el producto –vaca rubia gallega a muy buen precio-, la sonrisa del servicio y la relación calidad/precio.

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