Un almacén no debería servir de lugar de refugio, por llamarlo de alguna manera, de personas. Un espacio logístico lleno de estanterías metálicas está pensado para almacenar cajas, contenedores y palés debidamente etiquetados para disponer en todo momento de su trazabilidad y conocer su procedencia y destino.
Y sin embargo, estos últimos días asistimos a escenas escalofriantes. En la guerra abierta entre la UE y Bielorrusia, concretamente en la frontera con Polonia, lugar de paso clave para los intereses de Rusia en Europa, unos 2.000 migrantes procedentes de Irak, Afganistán, Marruecos y a saber de qué otros lugares más, porque no tienen etiqueta de trazabilidad, se encuentran hacinados en el Centro de Transporte y Logística de Bruzgi, en Bielorrusia, durmiendo en el suelo o sobre las estanterías, con el riesgo de aplastamientos que esto puede ocasionar.