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El error de no esperar ni un minuto

Hace años, ha llovido, pero no tanto, había una empresa de venta por catálogo que era la líder y nos tenía muy bien acostumbrados a esperar dos semanas, y hasta tres, para recibir nuestro paquete, eso sí, con un regalo como gancho.

Por supuesto, pagabas los costes de envío correspondientes si no alcanzabas una tarifa, y la devolución, en el caso de no te gustara el producto.

El sistema era simple. Como no había internet (éramos felices y teníamos tiempo de sobra para leer catálogos), recibías por correo un folleto con las fotos de los productos, elegías lo que te gustaba hasta llegar a la cuota gracias a la cual conseguías un regalo que podía ser una fantástica bolsa de viaje cuyas asas se rompían al mes si la llenabas hasta los topes como yo; un abrigo tan fino que pasaba a la categoría de camisa… o una batidora, y esa aún la conservo porque aunque el diseño es espartano, el motor, alemán, por cierto, es potente y funciona como el primer día.

Pues a lo que iba, rellenabas a mano un impreso con el nombre de cada producto, (una sola   talla por producto porque tenías que pagar lo que devolvías), sus códigos, dirección y demás. Cerrabas la carta y caminabas hasta el buzón de correos para enviarla.

Y a esperar. A veces una semana, dos, tres… pero estabas tranquilo. Mirabas todos los días el buzón con la esperanza de que tuvieras el aviso de Correos para ir a recogerlo, y luego ibas tan contento a hacer una cola, a veces larga, para recoger la camisa de tus sueños y el regalo prometido.

Sin prisa, porque ya sabías que todo necesitaba su tiempo y a veces, por no devolverlo, hasta te convencías a ti mismo de que no estaba tan mal, o que te servía para estar cómodo en casa o salir a hacer la compra.

Un minuto en la era de Internet

En la era de Internet, esa misma empresa, que todavía existe, ofrece el envío gratis a partir de 9 euros, como muchas otras que ofrecen servicios premium, y devoluciones gratuitas.  La mayoría, aunque no nos dediquemos a la logística, nos preguntamos cómo pueden subsistir estas compañías de ecommerce a precios tan irrisorios y máxime, cuando para competir han comenzado ofreciendo servicios de devoluciones gratuitos y las tarifas de envío justitas.

El resultado es que han acostumbrado a los clientes recibir de inmediato los paquetes y a comprar hasta tres tallas de cada prenda y devolver lo que no les gusta o no les vale. Es barato, a golpe de click y no nos molestamos en salir. ¡¡¡ ERROR con mayúsculas!!!!.

Ahora, ellos y nosotros nos llevamos las manos a la cabeza. Ellos, porque no pueden asumir los costes del transporte, de los sueldos de tantos repartidores a domicilio o de la gestión de las devoluciones en el almacén.

Nosotros, hipócritas redomados, porque necesitamos manifestamos para pedir a los políticos que tomen medidas para cuidar el medioambiente. Nos lamentamos de que nuestros hijos van a heredar un planeta irrespirable pero devolvemos como si no hubiera mañana hasta cuatro prendas sin remordimientos. Aunque se utilicen para ello embalajes contaminantes de plástico, se talen árboles para hacer las cajas o se utilicen vehículos que atascan y contaminan la ciudad.

¡¡¡Ya no sabemos qué hacer con el plástico, el papel y el cartón de los envoltorios!!!!

Y gracias a la famosa trazabilidad, podemos seguir al minuto dónde está nuestra camisa, por la que no podemos esperar -aunque tengamos veinte en el armario- y además nos sirve para reclamar al operador logístico porque han prometido que llegaría en dos días y han pasado tres.

170 millones de devoluciones

En 10 años el volumen del comercio online nacional ha aumentado más del 400 por 100. Sin embargo, se calcula que de todas las ventas el 30 por 100 se devuelve, según datos de Cetelem.

La logística inversa está convirtiéndose en una prioridad fundamental. Cada año se procesan 170 millones de devoluciones. 761.000 millones de dólares. Esta cifra representa el valor total de las devoluciones de comercio minorista en 2021. Según la Federación Nacional de Comercio Minorista estadounidense (National Retail Federation o NRF), equivale a un 16,6 por 100 de todas las compras de ese año, con un incremento del 10,6 por 100 respecto al año 2020.

Tal y como publicábamos hace unos días en el Área de Logística de C de Comunicación, para mitigar el gasto que representan las devoluciones, las grandes plataformas de comercio electrónico han optado por la reventa. Aquellos productos, que no pueden ser vendidos de nuevo, en vez de destruirlos, se venden por un canal secundario en el que quien compra acepta que el producto es una devolución y puede no estar en perfecto estado.

Es un buen sistema para dar salida a tanto desperdicio. Se habla mucho del alimentario, pero el de productos textiles, o ropa basura, no le va a la zaga.

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