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La ruleta rusa de los aeropuertos

¡¡¡La maleta no entra al avión!!!, ¡¡¡O la mete en la bodega o no embarca!!!.  ¡¡¡ Se quedan aquí las dos!!! . ¡¡¡ Siguiente!!!.

Puerta de embarque del aeropuerto de Munich a Madrid. Todos los pasajeros medimos “acongojados” con la vista nuestra maleta con la de la desafortunada pasajera que pasa en ese momento el control de pasaportes bajo los malos modales de una azafata alemana. Se impone en español pero con un marcado acento alemán.  Alta, fuerte, tremenda y con aire militar.

“Sí cabe, es por las ruedas, puedo llevarla debajo del asiento. Si la meto en la bodega tardará en salir y perderé el siguiente vuelo. Por favor… ”, insiste suplicando la pasajera. ¡¡¡ Fuera. Usted y su maleta se quedan aquí!!!.

Montañas de maletas

¿Quién no ha vivido esta escena en la puerta de embarque cada vez con más frecuencia? La logística en los aeropuertos está fallando estrepitosamente. En las áreas de recogida de equipajes se acumulan cientos, miles de maletas y mochilas perdidas  o que no han sido gestionadas por falta de trabajadores.

Personalmente he podido ver una marea de maletas en el aeropuerto de Frankfurt, en el de Munich y también, en menor medida, en el de Madrid.

El medio germano ntv asegura que “los aeropuertos alemanes no dan abasto para gestionar la ingente cantidad de maletas que se acumulan en sus terminales. Al aeropuerto de Berlín llegan cada día cerca de 300 maletas reenviadas por las aerolíneas a sus clientes”.

En el caso de Múnich, el operador aeroportuario ha confirmado que “hay una montaña de varios miles de maletas pendiente de asignar, para la que se ha tenido que habilitar un área adicional de almacenaje.

Un portavoz del aeropuerto de Hannover afirma que el recinto está registrando cinco veces más piezas de equipaje perdidas de lo habitual. “Estimamos el número en un promedio de entre 300 y 500 casos de objetos perdidos y encontrados por día”.

Y parece que en el aeropuerto británico de Heathrow es todavía peor.

Por lo que yo he visto, están aparentemente sin vigilancia, rodeadas por una cinta y al alcance de la mano de cualquiera que, sin escrúpulos, quiera probar suerte y llevársela para robar su contenido. Muchas están rotas, con la ropa saliendo como si fueran los intestinos de una barriga, o con los agarradores doblados por una fuerza titánica.

Se pueden extraviar o no gestionarlas por la falta de personal, pero esa saña en el trato es inaceptable.

Tecnología punta pero sin personal

La logística vive un momento dorado en la implantación de la automatización y la trazabilidad y los aeropuertos disponen de las tecnologías más punteras, pero la falta de personal es un lastre.

Durante la pandemia se redujeron los contratos y el número de horas a los trabajadores. Ahora, cuando el volumen de pasajeros y mercancías se acercan o incluso superan ya las cifras de 2019, y tal vez tratando de recuperar los ingresos perdidos estos años , el número de empleados no se ha incrementado al mismo ritmo.

Los aeropuertos de la red de AENA movieron en junio de 2022 un total de 80.068 toneladas de carga, lo que representa un incremento del 3,5 por 100 con respecto al mismo mes de 2019. Se rompe así la tendencia a la baja de la primera mitad del año 2022, donde se transportaron 493.575 toneladas de mercancía.

Los aeropuertos están logísticamente bloqueados . Y no debemos olvidar que gran parte de las restricciones al equipaje de los pasajeros se debe a que cada vez viajan más mercancías en las bodegas de carga de los aviones, a un precio más rentable que las maletas.

El espacio en el avión es oro. Los asientos cada vez están más juntos y el equipaje debe ser más reducido.  Como si viajaras en un vagón del metro. Es el precio de volar más barato, en una ruleta rusa en la que o todo sale bien, o te arriesgas a llegar tarde y perder el siguiente vuelo. O te quedas en tierra por una huelga o el tamaño de tu equipaje, o por el overbooking.

Por cierto, finalmente, nuestra sufrida pasajera accedió a dejar la maleta en la bodega, pero, como la llevaba en la mano hasta la puerta del avión, se hizo la loca, se pegó a otros pasajeros y accedió al avión sin problemas. Reconozco que yo también he hecho lo mismo en alguna ocasión.

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