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Un aplauso para los valientes que cobran la logística inversa

No entiendo nada. De las previsiones del desastre y el caos en la última milla, al anuncio de que las compras on-line reducen en más de la mitad las emisiones de CO2. Yo no me lo creo, es imposible y menos, con el elevado número de devoluciones.

Hemos pasado de predicciones catastrofistas que anuncian que, de seguir el actual ritmo de crecimiento del comercio electrónico, el tráfico en las ciudades se volverá difícilmente gestionable  y el aire de las ciudades irrespirable, a que el comercio on line sea el salvador.

Las entregas de última milla en las grandes ciudades se incrementarán entre un 30 y un 40 por ciento de aquí a 2030, según las previsiones de los expertos. Y a esto hay que sumarle el tráfico generado por la logística inversa.

La entrega de estos envíos puede ser bastante problemática, especialmente durante la última etapa del viaje: la entrega de última milla. Esta etapa, en la que los bienes finalmente se entregan al cliente, es costosa y, a menudo, la más difícil de implementar para los proveedores de servicios de logística.

Entregas y devoluciones en el horizonte de 2040

El comercio online está en auge, no solo debido a la pandemia, y la cantidad de paquetes enviados todos los días aumenta constantemente. Un nuevo estudio Delphi realizado por WHU -Otto Beisheim School of Management-, revela cómo los minoristas online, los gobiernos locales y las empresas de logística están preocupados por el futuro de la entrega de última hora y cómo debería ser en 2040.

“Si las cosas continúan como están hoy, podríamos estar dirigiéndonos al desastre: una cantidad cada vez mayor de camiones de reparto congestionando los centros de las ciudades, problemas de seguridad en las carreteras y aceras y una mayor contaminación del aire”, señalan en el estudio.

Además, el estudio añade que se debe poner un énfasis considerable en hacer que la entrega de paquetes sea lo más ecológica posible. La sostenibilidad en 2040 aún más que hoy, se convertirá en un factor indispensable en la entrega de última milla. En 2040, se espera que se utilicen exclusivamente vehículos eléctricos (es decir, aquellos que funcionan con energía generada de manera sostenible) para la entrega en furgoneta. Los expertos teorizan además que el uso de bicicletas de carga será más destacada en el centro de las ciudades.

Afirman que el futuro modelo de entrega radica en las propias estaciones de paquetes: una extensa red de puntos de intercambio de paquetes (complementada por estaciones de paquetes autónomas) que permite a los proveedores de servicios de logística reaccionar a los deseos de sus clientes. Las entregas se pueden programar de manera flexible, incluso a altas horas de la noche, lo que ayudaría a aliviar la congestión del tráfico en los centros de las ciudades.

Imagen de la Gran Vía de Madrid

Fake news

Y por otro lado, sin embargo, la pasada semana, durante la jornada de UNO ‘Cambios en el paradigma del Gran Consumo: retos de la logística y el transporte en la era post-COVID’,  Francisco Aranda puso el acento en que “se vierten muchas fake news sobre el impacto medioambiental del comercio electrónico y, por extensión, sobre la logística y el transporte de última milla. Sin embargo, hemos sabido que las compras on line reducen más de la mitad de las emisiones de CO2 porque, entre otras cuestiones, recortan hasta nueve veces el tráfico en las grandes ciudades”, afirmó Aranda, en base al informe sobre el ‘Impacto del e-commerce en Europa’ de Oliver Wyman.

Oliver Wyman identifica diferencias de emisiones según los productos comprados, causadas principalmente por la eficiencia de los edificios, el trasporte en el tramo final y el embalaje. En su opinión, “comprar una prenda de ropa en un comercio físico produce, de media, 2,9 veces más emisiones que cuando se compra desde casa, y aunque se llegue a pie al establecimiento sigue causando el doble de emisiones que, si se compra online, debido fundamentalmente al consumo de energía de los edificios”.

Cobrar por las devoluciones

A pesar de los argumentos de Wyman, lo evidente es que pocos se atreven a coger el toro por los cuernos en otro factor importante en la congestión del tráfico por el ecommerce: la logística inversa. Cada vez más, especialmente en el sector textil, los clientes compran en la página web el modelo de una prenda en varias tallas, se lo prueban tranquilamente en sus domicilios y después devuelven el resto. Es una idea magnífica y muy cómoda para el cliente, pero pésima para el medioambiente y no digamos ya para la logística: costes de transporte, almacenaje, manipulado, reetiquetado…

Tanto, que en muchos casos resulta más económico reembolsar el importe del producto y que el cliente se quede el producto, que llevar a cabo la devolución.

Ahora, una importante y conocida marca textil está haciendo lo que pocos se han atrevido hasta ahora por temor a perder clientes o competitividad: cobrar por la logística inversa. Y me parece que es lo más sensato, porque hay que poner en valor un servicio de lujo como es recibir en casa los productos. Secretamente, son muchos los que aplauden la medida y se alegran de que alguien haya cortado el melón y empiece a normalizarse este suplemento.

La otra alternativa es, cuando es posible, obligar a devolver el producto en una tienda física. En mi opinión y experiencia personal, es una práctica que puede generar más ventas. Una vez que estás en la tienda, es fácil encapricharse de algo más.

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