Inicio / Opinión / De Sicur al ¡EPA! Relato de un representante

De Sicur al ¡EPA! Relato de un representante

Por Enrique Torres

Mi experiencia con el Covid empieza en Sicur, cita obligada para un representante como yo y donde, pese a que ya se oían los lejanos tambores de la pandemia, seguíamos dándonos manos y abrazos. En aquel momento veíamos entre los stands a algunas personas (tres o cuatro) con mascarillas y pensábamos “¿estarán infectados?” Para nada esperábamos la situación que se nos venía encima.

Así que al inicio del “estado de alarma”, cuando recomendaron el confinamiento, seguía sin creérmelo. El primer día me monté en el coche y empecé a trabajar como cualquier otro. Cuál fue mi sorpresa al ver las ferreterías cerradas y los suministros sirviendo a puerta “entreabierta”. Ahí de sopetón fui consciente de que mi trabajo de visitas presenciales había finalizado.

¿El fin del representante?

La pregunta era obvia: ¿qué podía hacer? Regresé a casa y me sumergí en internet buscando la solución al nuevo paradigma. Los debates en las redes sociales eran interminables y dispares, pero todos giraban en un mismo sentido: “en la nueva situación el trabajo de representante había llegado a su final tal y como lo conocíamos”.

En ese momento, todos los mensajes se dirigían en una dirección: la adaptación o la desaparición de este modelo laboral. Y todo se reducía a palabras anglosajonas (social selling, telemarketing, webinar, mailing, eCommerce…).

En mi caso pude adaptarme rápidamente, pues este mundo no me era desconocido. Y, por suerte, tenía los medios técnicos a mi alcance, aunque sí es cierto que tenía que actualizarme. En aquel momento, creímos que los contactos con los clientes iban a ser a través de una pantalla de ordenador y que muchos de estos clientes, si no se adaptaban a la venta online, se quedarían fuera del escenario. Nos encontramos ante una situación donde cualquier tipo de acción comercial era improvisada y carente de estrategia conocida.

Tras el largo periodo de confinamiento, en cuanto tuve la oportunidad de salir a trabajar con un salvoconducto de las empresas a las que represento, no lo dudé y comencé a visitar clientes. Claro está, sin dejar atrás la anécdota de que me parara dos veces la Ertzaintza.

Los pocos clientes que tenían abiertos sus negocios me recibían con cara de incredulidad. “¿Qué haces aquí? Si ahora nadie visita”. Aunque escuchaba este tipo de mensajes, yo me seguía resistiendo a que las visitas presenciales se hubieran terminado y, aunque fuera tras mascarillas, metacrilatos, geles y distancia social, debía visitar a mis clientes, pues en eso consiste mi trabajo de representante.

El trabajo del representante consiste en visitar a los clientes

El inicio de “la nueva normalidad” ayudó a que pudiera seguir visitando

Fue entonces cuando comprendí que mi profesión seguía viva. Los clientes comenzaron a llamarme para preguntarme cuándo iba a pasar a visitarles. Eso hizo que los términos anglosajones se fueran disipando. Lo que ellos querían era seguir trabajando como lo habían hecho antes de todo esto y necesitaban que les ayudase, aunque tuviera que esperar las colas que se formaban frente a las ferreterías. Por este motivo, decidí no tener vacaciones y trabajar los tres meses de verano y, viendo las estadísticas del sector, no me equivoqué. El trimestre fue espectacular en ventas.

La actualidad ha cambiado mucho. Ahora son los jefes de ventas y los directores comerciales los que te llaman para hacer visitas conjuntas y los clientes los que agradecen que así sea. Porque todos deseamos tener la sensación de volver al inicio, donde las ventas crecían, y olvidarnos de la caída de facturación que hemos tenido unos y otros.

El fundamento del trabajo de representante se basa en la confianza entre proveedor y cliente y resulta difícil lograrla tras una mascarilla y con distancia social. Sobre todo, con clientes nuevos con los que no puedes estrechar una mano y ni vernos las caras. Hasta ahora, lo máximo que podíamos hacer era chocar los codos, pero hasta eso nos lo ha quitado la OMS. Menos mal que todavía en Euskadi nos queda el saludo vasco, levantar la cabeza y decir… ¡EPA!

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
6 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Aitor
Aitor
05/10/2020 08:10

HIEPA Enrique¡¡¡

coincido contigo,
como no tiremos del carro de Bueyes juntos,¡¡¡ clientes , representatntes y proveedores , mal nos ira¡¡debemos de tirar en la misma direccion.Saludos

J.A. Pazo
J.A. Pazo
02/10/2020 10:15

Salvo grandes empresas que realizan videoconferencias mediantes las ingentes app de comunicación surgidas, el poder tocar el nuevo producto o la ayuda insitu es dificil que se pierda en determinados sectores como el retail. A mayor especialización del producto, mas necesaria es la presencia del comercial / representante / amigo. Por que sí, al final se es amigo del punto de venta. Se está a las duras y las maduras para ayudarse mutuamente .

MARTXEL RODRIGO
MARTXEL RODRIGO
01/10/2020 21:54

Hola Enrique me identifico completamente en éste artículo.Nuestro trabajo sigue y seguirá tenemos muchas novedades que ofrecer al mercado y lo más importante es la ilusión con la que salimos a la calle a diario.

Alfonso
Alfonso
01/10/2020 15:51

El factor humano, la confianza se gana con el trabajo constante entre representante y cliente, se abren pocos correos, se atienden muchas llamadas y se recibe a todos los que vamos a hacer nuestro trabajo. Factor Humano.

Enrique Torres
Enrique Torres
01/10/2020 14:01

Gracias Juan Manuel, creo que mi experiencia es la de muchos y seguro que cada uno ha buscado su fórmula.

JUAN MANUEL
JUAN MANUEL
01/10/2020 13:18

Me encanta tu experiencia, Enrique. Ante lo imprevisible, ante la crisis, se pueden hacer dos cosas: lamentarse y llorar o ponerse a trabajar con empatía, imaginación y el foco en el cliente. ¿Enhorabuena!

Scroll al inicio