¿Cuántos de vosotros llamáis a vuestro médico de cabecera cada vez que no os encontráis en plena forma cuando de salud se trata? Y no digamos los hipocondriacos -entre los que, por desgracia, me incluyo- que tenemos su teléfono siempre a mano por lo que pueda pasar.
Una relación de dependencia paciente-profesional (o lo que es lo mismo, cliente-profesional) que se ha perpetuado a lo largo de los siglos y que, además, ha ido in crescendo.
Concienciación y tendencias sociales
Prueba de ello es que cada vez hay más especialidades médicas y, también, se hacen más diagnósticos precoces de muchas patologías, dicho sea de paso, gracias a una población cada vez más concienciada. De hecho, una gran mayoría hace deporte de forma frecuente e intenta seguir unos buenos hábitos de alimentación.
Y, como en toda tendencia social, también están los que, además de hacerlo, quieren medirlo y llevan diariamente su smart watch o una app en el móvil que, en el plano emocional, se ha convertido en un símbolo más de su estilo de vida. Algo que, al principio era más bien de unos pocos, y ahora está llegando a un segmento de la población cada vez más amplio. Y ya son muchas las marcas que han sacado partido de ello.
Un escenario que para la generación de nuestros padres o nuestros abuelos era impensable. Lo mismo pasa en la actualidad con conceptos como el hogar conectado o tener un ‘instalador de cabecera’ en casa. Pero llegarán, y antes de lo que nos podemos imaginar.
Un instalador ¿de cabecera?
Llegar a ser el ‘instalador de cabecera’ de una amplia cartera de clientes es una gran oportunidad para el sector, pero también para el usuario final.
¡No hay profesional más idóneo para cuidar de la salud de las instalaciones energéticas de cada familia!
Éste puede entrar en su hogar, diagnosticar el estado de salud de sus equipos HVAC, ofrecer el mejor tratamiento (o la mejor solución, donde prime la eficiencia y el ahorro energéticos); y, a modo de receta, presentarle las diferentes “medicinas” con las que mejorar y optimizar el funcionamiento de sus instalaciones.
Eso sí, siempre acorde a sus necesidades y- por qué no decirlo- a sus posibilidades económicas.
Este nuevo concepto de instalador tendrá así un historial del estado de las instalaciones de cada cliente, y, por tanto, lo estará fidelizando.
¡Llevémoslo a nuestro sector!
Volvemos a hablar aquí de la relación de dependencia cliente-profesional. ¿Quién va a conocer mejor que este profesional los equipos de cada vivienda? Esto hará que, cuando el usuario final tenga algún problema, acuda a este ‘instalador de cabecera’, sin dudarlo.
Y sí, sé que muchos pensaréis que éste solo lo hará cuando tenga una avería o una incidencia grave en alguno de sus equipos, que podría haberse solucionado antes o incluso prevenirse. ¿Pero no es igual de cierto que hace tiempo uno solo iba al médico cuando tenía un problema de salud importante?
La llegada de los fondos europeos, una rehabilitación residencial generalizada y la labor comunicativa del sector, en especial del instalador (que es la figura más cercana al ciudadano) nos ayudará a tener una población más concienciada.
Y ahí sí podremos empezar a hablar de un ‘instalador de cabecera’ de verdad, capaz de ahorrar tiempo al cliente y también en su propio trabajo; de clientes preocupados por la eficiencia energética de su hogar (aunque alguno ya hay); y de ciudadanos que, además quieren medirla y gestionarla a través de sus teléfonos móviles y otros dispositivos inteligentes.
¿Quién dice que esto no se convertirá en un estilo de vida que supondrá grandes oportunidades de mercado e incluso la emergencia de marcas dedicadas exclusivamente a ello?
PD: El concepto de ‘instalador de cabecera’ se lo he tomado prestado a Eric Martí, miembro de FEGiCAT, que hacía alusión a él en una de las mesas redondas organizadas por este medio en Efintec 2021
¡Espero vuestros comentarios!