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Instaladores y periodistas: ¿vale todo por una “buena” historia?

En este post os voy a hablar de una historia que viví este viernes. Seguro que muchos de vosotros habéis visto estos últimos días en los medios de comunicación que un instalador, que estaba pidiendo trabajo en una céntrica calle de Madrid, había encontrado uno gracias al poder de las redes sociales.

Manuel, que es como se llama este profesional de 55 años, llevaba tres días haciendo lo mismo: con un cartel de cartón, que él mismo había rotulado, se colocaba, junto a él, en el cruce entre la calle Goya y la calle Alcalá de la ciudad.

“Pido una ayuda. Necesito un trabajo”, se podía leer en tinta negra en el letrero. “Instalo todo. Reparo casi todo. Electricista: titulado polivalente. Gracias”, concluía este instalador y fontanero (así es como se define) en una evidente declaración de intenciones de cara a todos los viandantes que pudieran posar la vista en su anuncio.

El poder de las redes sociales

Fue entonces cuando una chica se detuvo en él y le preguntó al instalador si podía fotografiar su cartel y si le daría un teléfono para popularizar aún más su demanda de trabajo a través de las redes sociales. 

Imagen que se subió a Twitter de Manuel y que se convirtió en viral en pocas horas.

Ella eligió Twitter, pero pronto el escrito que Manuel le entregó se hizo viral, llegando también a Instagram, Facebook, WhatsApp…y, en consecuencia, a multitud de personas. En el papel, se podía leer: “Manuel: técnico. Reparaciones e instalaciones. Electricidad, fontanería y pintura”, además de un par de teléfonos móviles donde poder contactar con él.

A las 48 horas, Manuel tenía en su móvil numerosas llamadas de gente solicitando sus servicios: “Tengo 200 llamadas de particulares que necesitan que les haga algún arreglo y de empresas que quieren entrevistarme, incluso fuera de Madrid”, confesaba a los medios de comunicación.

Tres días después de estas palabras, Manuel ya conseguía un trabajo fijo como técnico de mantenimiento en un grupo empresarial madrileño de restaurantes, bares y discotecas. De hecho, hoy es su primer día de trabajo.

Desempleado desde hace más de un año

Este instalador “siempre había hecho trabajos en casa de varios clientes y apaños a amigos de amigos”, cuenta en una entrevista concedida al periódico El Mundo. 

Sin embargo, desde hace más de un año, estaba desempleado. Además, tal y como él mismo aclara al diario nacional, “tengo una minusvalía del 44 %. Eso complica más aún las posibilidades de encontrar trabajo”.

Hace dieciséis años, este madrileño caía de un tercer piso mientras arreglaba un aire acondicionado. “Estuve ingresado en el Hospital Ramón y Cajal. Yo vi arder el Windsor desde la cama en la que estaba hospitalizado”, relata.

El periodista: ¿es culpable?

Esta historia con aparente final feliz, grandes dosis de humanidad y que podría ser fuente de esperanza para miles de personas que han engrosado las listas de parados de nuestro país durante toda esta pandemia también ha sido objetivo de los medios de comunicación. Televisiones, radios, periódicos, tanto de índole nacional como regional, se han hecho eco de la noticia.

Yo misma llamé el pasado viernes a Manuel para poder entrevistarlo y escuchar en primera persona su historia.

Os confieso que una de las cosas que más me inquietaban era saber en qué había trabajado estos años y qué le había llevado al desempleo en un sector que precisamente, y tal y como he escuchado un sinfín de veces por parte de sus protagonistas, en la actualidad, tiene grandes problemas para encontrar personal cualificado.

También quería preguntarle a Manuel por su formación (más allá del escrito en su cartel en el que se ponía de manifiesto que “instala todo y repara toda” o “electricista: titulado polivalente”) y cómo había aterrizado en nuestro sector. Conocerlo un poquito más y dar respuesta a las preguntas que estoy segura os hacéis muchas de las personas que ahora mismo estáis leyendo este post.

Me sorprendió…

Para mi sorpresa, me encontré a un hombre enfadado y poco amigable. Creo que solo me dio tiempo a decir quién era, de dónde llamaba y el tipo de medio en el que trabajaba: “Nuestros lectores son instaladores como usted”, le dije.

“No quiero saber nada de los medios. Me están arruinando la vida”, me espetó. “Por culpa de gente como tú voy a perder los trabajos que estoy consiguiendo. Esta mañana me han perseguido hasta el restaurante en el que estoy haciendo una reparación. Han hablado hasta con mi jefe y de los nervios de ver a tanto periodista me caí de la escalera en la que estaba”, continuó desahogándose.

Yo intenté reconducir la situación, ya que para nada era esa mi intención. Ni siquiera nos conocíamos y me estaba llevando el rapapolvo del día (o de la semana).

Aguanté el tipo como pude, intenté dialogar con él, pero me resultó imposible: me colgó el teléfono para inmediatamente después enviarme un WhatsApp en el que repetía esa idea que ya tenía tan interiorizada: “Me estáis destrozando la vida”.

Imaginaos mi posterior reflexión: ¿cómo una historia de este tipo, tan humana y creo que positiva y esperanzadora para su protagonista, puede convertirse en todo lo contrario? Sinceramente, no puedo decir si los medios a los que este instalador se refería y mis colegas periodistas realmente se habían excedido en sus “tretas” para conseguir una “buena historia”: no tengo la otra versión.

Pero sí que me gustaría compartir con vosotros que, al igual que trabajos como el del instalador, creo que son poco agradecidos en ciertas ocasiones, al de periodista le pasa lo mismo. Y por supuesto, para mí, ¡no vale todo por una “buena” historia!

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Blanca Gómez
Blanca Gómez
17/05/2021 14:34

Tania,

Eres una excelente periodista, profesional, meticulosa, humana, perseverante y capaz de sorprenderse con historias como esta y reflejarlas en su medio.

Gracias por contarlo. Si no fuera por vosotros, los periodistas, y por los malos ratos que sin duda pasáis, nosotros, los profesionales, no dispondríamos de tanta información que necesitamos para nuestro trabajo.

La información es poder y los buen@s periodist@s seleccionáis, analizáis, redactáis y publicáis esa información, para que nosotros los ciudadanos y profesionales podamos utilizarla para saber más y disponer de mejores herramientas en nuestro trabajo.

Enhorabuena

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