Uno de los aspectos que se van a erigir en un vector fundamental en 2022 es la llegada y aplicación de los fondos europeos Next Generation. El sector de las instalaciones térmicas, entre otros ámbitos técnicos, es uno de los que se verán beneficiados. Por dos motivos: la sustitución de equipos de climatización y su contribución a las políticas de descarbonización, estrategia clave para Europa; y la necesidad de la mejora de la calidad del aire interior en todo tipo de inmuebles, factor que ha cobrado una gran fuerza con la pandemia.
Además, la creciente apuesta por la implantación de energías renovables, desde el autoconsumo energético a la aerotermia o la biomasa, es otro eje que va a definir gran parte de la actividad del mercado. En este contexto, un problema que viene de lejos, pero que se está intensificando en los últimos años, es la escasez de mano de obra cualificada en oficios técnicos. En síntesis, se avecina una enorme carga de trabajo para satisfacer una demanda que se prevé en claro ascenso; una demanda que tendrá dificultades para ser cubierta dados los escollos que encuentran las empresas instaladoras para ampliar plantilla en numerosas regiones. Hay aquí un evidente desequilibrio en el país entre demanda laboral y oferta de personal.
