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El precio del combustible se dispara. La venta de e-bikes urbanas, no

Por Lorenzo Tasso
Precio de combustible
Cartel de una gasolinera que indica el precio del combustible

En cinco meses, lo que va desde primeros de enero de 2022 y hasta la fecha (26/6/22), la gasolina SP 95 ha subido 68 céntimos/litro, lo que representa un 46% de incremento.

Por su parte, el precio del gasoil se ha encarecido en 73 céntimos/litro, lo que equivale a un 55% más que pagamos de nuestros bolsillos. Ante esta incesante y desorbitada subida de los precios del combustible (y lo que te rondaré morena), veía razonable entender que las ventas de ebikes (bicicletas eléctricas) urbanas se estarían disparando también. Porque este tipo de bicicleta se convierte en la alternativa ideal para los desplazamientos diarios urbanos (y en algunos casos, interurbanos) de casa al trabajo.

Nos encontramos en un contexto global de tensión geopolítica que no vivíamos desde hace 60 años. Entonces, la antigua U.R.S.S. y Estados Unidos se envolvieron (y consigo, el resto del planeta) en una escalada de tensión prebélica por la famosa “crisis de los misiles”. O por la provocada cuando el Irak de Sadam Husein inició la invasión de Kuwait, allá por el verano de 1990. La tensión geopolítica actual provoca, de manera inmediata, que la economía de los países en liza se vea afectada. Y, si además estos países son los que son, entonces afecta a la economía en su conjunto.

Junto a la economía, cuando además coincide que alguno de los países implicados cuenta con enormes reservas de hidrocarburos, suficiente como para poner del revés al resto del mercado planetario, se produce entonces la tormenta perfecta.

Eso ya ocurrió hace 30 años con Irak y Kuwait. Y vuelve a ocurrir ahora con la invasión de Ucrania por parte de Rusia (aprovecho para recordaros que llevamos ya 4 meses de muerte, sufrimiento e impotencia).

La realidad es muy distinta a lo que sería lo razonable

Para tener datos reales y fiables sobre lo que está ocurriendo con las ventas de las e-bikes urbanas en los últimos cinco meses en España, me he ido hasta las tiendas, para hablar con los profesionales que viven el día a día en el punto de venta.

Es verdad que, en este último tiempo, cuando entras en una tienda de bicicletas, ves más oferta de “urbanas” que las que había 12 o 6 meses antes. Entonces encontrabas básicamente una gran oferta de MTB y carretera, con parte de gravel y, ya casi escondidas, algunas urbanas.

“No notamos una demanda excepcional en las bicicletas urbanas que podamos asociar al incremento del precio del combustible”, me reconocía este pasado viernes el director de Marketing de una de las principales cadenas de tiendas de bicicletas en la Comunidad de Madrid.

Ante esta declaración tan tajante, me pregunté si tal vez el factor “infraestructura” podría ser el elemento crítico para que la e-bike urbana no eclosione en Madrid como alternativa de movilidad. Así que de inmediato me puse al habla con el CEO de otra de las grandes cadenas de tiendas de bicicletas en España, con sede en Barcelona, para ver cómo estaban viviendo ellos esta situación y si, a diferencia de lo que estaba ocurriendo en las tiendas de Madrid, me ofrecían otra versión.

Si no quieres sopa, toma dos tazas

(SIC) “Es cierto que, ante un aumento del precio del combustible, las alternativas de movilidad sostenible debieran tener un aumento considerable. Si bien es cierto que la venta de bicicletas urbanas y, en general, la movilidad sostenible lleva registrando aumentos los últimos años, no es menos cierto que existen una serie de problemas estructurales en nuestro país que hacen que esta modalidad de ciclismo (no deportivo) tenga ratios de crecimiento y un volumen total muy inferior al que registran otros países centro y norte europeos. Nos referimos a seguridad vial y protección de los ciclistas, infraestructuras específicas urbanas e interurbanas, instalaciones para el estacionamiento seguro de bicicletas (conexiones con transportes públicos), subvenciones y ayudas para la adquisición de bicicletas, tratamiento fiscal favorable (IVA reducido), planes de promoción de ciclismo base, etc.

Además de estos factores, aunque este vector de uso es una palanca para la demanda, también están convergiendo en el sector otros factores, sobre todo, macroeconómicos, que juegan un efecto adverso. Nos referimos a la inflación (que también afecta a las bicis y de qué manera), la inestabilidad en el suministro y, en general, un clima de incertidumbre económica que está penalizando el consumo en la mayoría de sectores de retail. 

Dicho esto, no estamos notando ese efecto en una mayor demanda justo en este 2022, aunque ello no significa que seamos optimistas respecto a la evolución futura del sector y específicamente en la movilidad sostenible, que en España tiene un potencial enorme si el sector público y privado trabajan en las líneas anteriormente descritas”.

Pero aún hay más

En este momento en el que se están alineando las condiciones para dar el empujón definitivo a la bicicleta como solución y alternativa de movilidad (precios de los combustibles por encima de 2 euros/litro, inflación desbocada y crisis económica en general), tengo la sensación de que estamos “como la vaca que mira pasar el tren”. Y este tipo de oportunidades no suelen presentarse dos veces.

Así como antes de 2020 se veía el teletrabajo en España como algo “de otro planeta”, tuvo que venir una pandemia y el correspondiente confinamiento para que las empresas implantasen este sistema de trabajo en tiempo récord, llegando a un crecimiento del 74% de trabajadores en teletrabajo, frente a los datos previos a la pandemia.

Así las cosas, deberíamos estar vendiendo e-bikes urbanas como churros. Pero además de los problemas anteriormente comentados por nuestros interlocutores (infraestructuras, seguridad, IVA…), nos encontramos que la gran mayoría de marcas de bicicletas “reconocidas” ofrecen unos precios de salida bastante elevados, para lo que el usuario de este tipo de bicicleta busca.

En pañales

Podríamos decir que, a pesar de las claras iniciativas que las administraciones públicas están realizando en los últimos años (Estrategia Estatal por la Bicicleta, inversiones en carriles bici, programas de formación y educación vial en centros escolares, etc.), esta situación que debería ser totalmente positiva para la industria de la bicicleta nos ha pillado en pañales. Con todos los elementos necesarios sin ejecutarse o en fases tempranas. Y ello hace muy difícil que España pueda aprovechar (ahora) esta oportunidad.

Por el contrario, veía esta semana pasada una información sobre la ciudad de Nueva York. Aquí la bicicleta ha sufrido un despegue total y absoluto gracias a las iniciativas (e inversiones decididas) de sus dos últimos alcaldes. En los últimos ocho años y hasta 2026, se habrán construido más de 600 km. de carriles bici seguros, así como las nuevas capacidades de las e-bikes y modelos de negocio basados en el bikesharing.

¿Os imagináis cómo sería esta situación para la industria de la bicicleta, si contásemos en todas las grandes ciudades de España con una red de carriles bici completa y segura?

Con una red de aparcamientos seguros, una fiscalidad reducida para adquirir una bicicleta, facilidades en el transporte público para llevarla con nosotros o planes en las empresas que fomenten este tipo de movilidad o con precios asequibles de las principales marcas…

Este es el problema, que tenemos que imaginárnoslo.

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