Nos hemos instalado en una era de constante reinvención tecnológica que parece no tener fin, los productos que invaden la mente de los consumidores ya son caducos en Silicon Valley. Por muchas disciplinas como la neuroeconomía, la antropología y la estadística aplicadas al mercado para descubrir nuevos canales de publicidad, la ciencia nos atropella. La impresión en 3D ya utiliza aleaciones de níquel, fibra de carbono y materiales biológicos para sectores como el de la salud, el energético, e incluso el transporte aeroespacial. Aplicaciones casi imposibles que también son usadas para el diseño de moldes de los surcos de neumáticos permitiendo una mejor tracción y control y por tanto mayor seguridad en carretera. Antes de que la publicidad se plantee definir su target objetivo.
Pero en un ulterior presente de coches eléctricos, el caucho no se queda atrás. Un fabricante ha presentado recientemente un prototipo con la singularidad en el diseño de ser completamente esférico, lo que permite moverse en cualquier dirección. Circula en espacios muy ajustados, estacionamientos impracticables o congestiones endiabladas. Se conectará al automóvil por levitación magnética, y los baches ya no arruinarán la suspensión porque flotaría sobre las llantas, y los pasajeros disfrutarían de un trayecto bastante relajado. Además a diferencia de las cubiertas tradicionales, adopta el comportamiento similar al de una esponja, de forma tal que puede endurecerse o ablandarse según las condiciones de la calzada seca o mojada. Aunque esto de los sensores ya está implantado y probado en neumáticos convencionales, y también promocionado por millonarias campaña publicitarias.
Los neumáticos esféricos también tienen la última ventaja de tener más área de superficie que los neumáticos cilíndricos y menos de contacto, por lo que sus bandas de rodamiento no se desgastarán con tanta rapidez. Y así no deberán sustituirse con la misma cadencia. Y entonces no deberemos visitar nuestro familiar punto de venta. ¡Ay! Alacrán que clava su apéndice ponzoñoso en la reposición.
Espero no elevar a dogma aquella noticia de una pareja de alemanes que insatisfechos y en desacuerdo por la cuenta de un establecimiento turístico se vengaron pinchando multitud de neumáticos de vehículos aparcados. Solo faltaría que pinchar neumáticos por penitencia activara el sector de la venta de ruedas de sustitución.
llantas
La eficiencia circular
Aún recuerdo cuando el concepto “accesorios” encabezaba algunos medios sectoriales de comunicación. El tuning estaba de moda e importar llantas era un buen negocio para sustituir los tapacubos. En la carretera competían los estilos más deportivos de radiales de aleación, Full Chrome, Sprint Black , Moscow Silver y Predator con diámetros enormes y materiales futuristas. Pero hoy en día ya casi ni se venden juegos completos en Amazon.
La tendencia marcada por motivos estéticos era montar llantas muy anchas y de gran diámetro que aportaban casi exclusivamente una ventaja estética; realzaban la imagen de nuestro carro, competían por tu ligereza, fardabas del disco de freno y además, las de aluminio ni siquiera se oxidaban. Las ruedas se agrandaban pero también se ensanchaban como reflejo de una época de opulencia. Se había forzado a los fabricantes de coches a ir empleando neumáticos cada vez más anchos en sus modelos, en algunos casos, menos eficientes energéticamente. Y en vehículos utilitarios de poca potencia estas llantas obligan a un perfil de neumático muy bajo con una gran superficie de rozamiento sobre el asfalto que puede reducir las prestaciones y la comodidad del coche.
Unas pruebas -que aún recuerdo- indicaban que los neumáticos más estrechos frenaron peor tanto en suelo seco como en mojado, pero al circular en carretera mojada el efecto aquaplaning surgía mucho antes con los neumáticos anchos. Entonces ¿sería mejor un neumático ancho o estrecho? Que cada fabricante nos brinde su opinión, pero los neumáticos estrechos también se mostraron superiores a la hora de hablar de confort de marcha y de ruido de rodadura.
Pero si actualmente damos un giro de tuerca más, al llegar el coche eléctrico -y con explicaciones mecánicas que me niego a reproducir- se impone que las llantas de gran tamaño deben combinarse con una medida con tendencia a estrecharse, y así ahorraremos combustible en un coche que ha nacido para ser más eficiente.
Mantengo un viejo coche con polveras –nada eficaz por otra parte- que me gustaría embellecer pero ya ni las Reinas Magas han sabido gestionar a día de hoy unas llantas baratas. Será por el cambio de sexo en la Epifanía, o que la semana pasada se descolgaron de la cabalgata para ser recicladas. Que tomen nota mis compañeros de Handfie, porque la llanta también puede reutilizarse y debemos continuar por la senda de la eficiencia.