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Arrogancia frente a sensatez

Durante mis vacaciones me ha dado por pensar el porqué desaparecen algunas empresas que tenían un gran éxito y que parecían inmunes a la competencia. Y la conclusión a la que he llegado es que quizás esta evolución del triunfo a la crisis se deba a que han sucumbido a hábitos tan perversos como la arrogancia, ya que se obsesionan con el volumen o porque llegan a perder la perspectiva. Es decir, porque “están encantados de conocerse”.

La arrogancia viene cuando uno no sabe digerir el éxito y cae en la trampa de la ausencia de autocrítica (tan necesaria) y la prepotencia. Los halagos por parte de los competidores y la admiración real o fingida de los clientes llevan a atrofiar el ego de los directivos y el del colectivo de la empresa. De este tipo de patología empresarial existen abundantes ejemplos, que, por no nombrar ninguno del sector eléctrico, se puede hallar en el sector del automóvil, del informático o de los grandes almacenes:

  • General Motors (GM) disfrutó de buenos resultados durante gran parte del siglo XX, llegando a obtener el 40% de cuota del mercado. Sin embargo, no prestó atención al acercamiento que se estaba produciendo de otros fabricantes más pequeños, de inferior calidad y más baratos. Eso no impidió que estos fabricantes se aprovecharan de una de sus ventajas más competitivas, el canal de distribución.
    GM no pensó en ningún momento que el consumidor americano podría comprar coches asiáticos. El resultado fue que Toyota, Honda e Hyundai le arrebataron una significativa parte del mercado, lo que hizo que el gigante norteamericano perdiera el liderazgo del que disponía.
  • IBM tiene una historia parecida al no creer en la aparición de los “ordenadores clónicos”, a los que no consideró como una amenaza. Lo que sucedió es que los clónicos se hicieron muy populares y, a continuación, aparecieron los PC’s de marcas como Dell, Compaq, Acer…, lo que provocó que IBM perdiera rentabilidad en esa área y tuviera que vender la unidad de negocio de PC a la compañía asiática Lenovo.
  • Algo similar ha ocurrido en España con las “tiendas tradicionales”, que no temían la llegada de El Corte Inglés porque estimaban que sus clientes les iban a ser fieles, como lo habían sido toda la vida. Y, finalmente, no sólo acaban cerrando el negocio, sino que en algunas ocasiones también vendiéndoselo al gran almacén.

Moraleja: en el mundo de los negocios es muy difícil llegar arriba, pero es mucho más difícil mantenerse. Y no hay nada que dé más pena que la empresa que en su día fue “floreciente” ahora se encuentre en decadencia y apatía.

En mi opinión, lo importante es saber combatir la arrogancia empresarial con la sensatez, el contacto con la realidad y el pensamiento de que siempre se puede mejorar. Y para que las empresas sean sensatas, sus directivos tienen que ser sensatos. Esto, que parece muy sencillo, puede ser muy difícil en épocas de vacas gordas, en momentos donde los números salen siempre y los balances son excelentes. En definitiva, es indispensable para las empresas y sus directivos tener la cabeza fría en buenos y malos momentos.

¡¡Por favor, sed sensatos y nunca arrogantes!!

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Elena
Elena
04/01/2016 09:20

Tienes toda la razón, pero añadiría que la sensatez va unida a la formación, en todos los aspectos de la vida. Me refiero a la formación académica y a la formación personal, en igualdad de importancia.

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