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Al diésel lo que es del diésel

Por Ricardo J. Hernández

El nuevo Gobierno está dispuesto a estigmatizar al diésel. Marcarlo como un carburante maldito. Razones medioambientales no le faltan aunque, paradójicamente, el gasóleo es en uno de sus elementos contaminantes, el CO2, menos doloso con el aire que respiramos que la gasolina. Ni los gobiernos de Zapatero ni los de Mariano Rajoy nos advirtieron –ni tampoco a los fabricantes de motores y vehículos- de esta cruzada anti-diésel que ahora se nos viene encima.

De momento el transporte profesional queda fuera de la penalización fiscal que equiparará el precio del gasoil al  de la gasolina, porque el final de lo que se trata es del bolsillo, impuestos y recaudación más o menos justificada. Eso es una buena noticia para el transporte (y en consecuencia para la logística) acostumbrados como estamos a ser un sector pagano… de los que más pagan y aportan impositivamente para lo que ingresa.

De no ser excluido de la medida, hubiera sido una nueva injusticia en forma de carga económica, como lo fue el céntimo sanitario y otras que vendrán. Denlo por seguro. Si en algo se parecen los gobiernos de este país, con independencia de su color, es en su escasa capacidad para pensar en fórmulas recaudatorias que no sean el transporte de mercancías por carretera.

Lo primero, recaudar

En todo caso la decisión sigue siendo monetaria, chapucera y tramposa. Lo primero porque se trata, sobre todo, de recaudar, escudándose en la masa de particulares que difícilmente se pondrán en huelga ante la medida como lo haría el transporte. Lo segundo porque si el objetivo es medioambiental, el Gobierno se engaña a si mismo penalizando al parque de turismos diésel –sin tocar a otros colectivos- en lugar de favorecer la compra y el repostaje de vehículos híbridos y eléctricos, ya sean particulares o profesionales (furgonetas de reparto, por ejemplo) en los segmentos donde ya puede hacerse.

Porque ¿Cómo acceder a esas alternativas “ecológicas” si requieren muchos más coste para el particular e inversión para el profesional? ¿Y qué horizonte espera a los vehículos eléctricos con un Gobierno incapaz de parar el galopante incremento de los costes de suministro?

Imaginación y coherencia es lo que falta. O como diría Emilio Aragón: “menos samba e mais trabalhar”

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