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Logística, meigas y nada más que la verdad

Por Ricardo J. Hernández

Contexto: Madrid. Ifema. Noviembre 2017. Feria Logistics. Por nuestro exclusivo y singular rincón de Espacio Abierto (stand/plató) pasan muchos visitantes –más de una veintena de ellos para ser entrevistados ante nuestras cámaras- y hablamos. Mucho. De logística, claro. Del entorno. Sus retos, sus soluciones. Organizamos además una mesa redonda sobre logística inversa. Más charla. Más ideas, reflexiones. Una de las de esos dos días queda como un titular. Una pregunta rotunda: ¿Cómo es posible que con nuestro índice de paro no se cubran todas las vacantes en el sector logístico? Ahí queda. Machacona. Inquietante. Y tras dos jornadas de burbujeante intercambio de pareceres, esa idea se impone y me propone otra pregunta, y es esta: ¿Y si el empeño que tenemos todos en hacer más transparente a la logística, cara a la sociedad, no será un esfuerzo baldío, inútil e innecesario?

Empieza a ser un axioma –para mí lo es- que la logística si funciona, no se ve; sólo, si falla. Con lo cual, nunca obtendría recompensa por el trabajo bien hecho. Tan solo de quienes saben/sabemos de su valor y capacidad. Pero esos estamos al otro lado de ese cristal opaco.

Y mientras tanto, desde el “otro lado”: la logística es esto, la logística es lo otro o lo de más allá. Nada que responda a la realidad que intentamos trasladar pues el término –socialmente- ha ido engordando mórbidamente, para definir, o mejor intentar contener, a duras penas, cualquier problema de cierta complejidad que exija o bien almacenar cosas o bien moverlas en un espacio finito con atención a ese movimiento. Poca cosa para lo que pretende esta disciplina.

Logística: un término comodín y equívoco

Desprovista de valor añadido –su característica más notable- sirve hoy para un roto y un para descosido. El término ahora es, si cabe, más equívoco. Socialmente al menos. Tanto que a estas alturas de año y siglo sólo la tercera acepción del diccionario de la RAE se acerca a lo que intentamos decir. Siendo ¡oh sorpresa! la primera acepción académica esta: Lógica que emplea el método y el simbolismo de las matemáticas. Aquí está la prueba.

Así que, quizás, deberíamos relajarnos y disfrutar del espectáculo. Que quizás esto sea lo que hay, y únicamente esto, por ahora. Y que lo que toca es esperar con paciencia a que la fruta madure. Y está muy verde. Que cale mucho más hondo en la sociedad. Que titulados en universidades y posgrados logísticos sean muchos más, multitud. Que el goteo de colectivos y asociaciones logísticas humedezca el hormigón social y lo ablande. Que los que hacen logística, sobre todo el  líder (sí, ese que está pensando) diga que lo hace. Y lo haga porque es verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y además da prestigio decirlo. Y que el talento se quede en la logística, se pague –y se pague bien- y atraiga a otros, que den, ya por fin, solvencia y reconocimiento general a la profesión.

Porque como las meigas, la logística, “haberla hayla”. Pero que, como la electricidad, sabiendo que existe, ni la vemos, ni la mayoría somos capaces de definir certeramente. Y sólo nos acordamos de ella cuando “se va la luz”.

No sé si lo ven como yo, o también están a oscuras.

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Epaminondas
Epaminondas
15/11/2017 07:30

“¿Cómo es posible que con nuestro índice de paro no se cubran todas las vacantes en el sector logístico?”

Posiblemente porque trabajando en logística el trabajador de base se deja la salud, el manejo de pesos hace puré cualquier columna vertebral.

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