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Made in Cataluña

Resulta imposible sustraerse al entorno que nos rodea y que crece en intensidad. El pasado sábado asistimos a un  capítulo más de esta situación que originalmente podría parecer un conflicto político y de ideales, pero que ha empapado a toda la sociedad. De hecho, empresarios y compañías han tomado protagonismo las últimas semanas. Más de 1.000 empresas –y entre ellas buena parte de las más grandes- han trasladado sus domicilios sociales y fiscales fuera de Cataluña buscando proteger sus negocios, clientes y empleados. Nada bueno. El PIB interno de la región se resiente. Con él, el nacional. Con ambos, el intercambio de mercancías y las inversiones: menos consumo, menos logística.

La salida “social” y “fiscal” de esas compañías podría traer también la de sus fábricas y almacenes, la de negocios y empleados, si la situación no tiende claramente a un marco de estabilidad. Incluso por la transitoriedad. La incertidumbre y la falta de seguridad jurídica es la peor noticia para la economía. Y no olvidemos que muchas empresas deberán tomar esas decisiones muy lejos, con una perspectiva diferente que, por momentos, puede ser más temerosa.

Además y esta es una clave importante, están quienes creen defender la tesis de la unidad y la legalidad con la campaña –ya experimentada años atrás, que airearán las redes sociales- del no consumo de productos Made in Cataluña. Productos que, por otro lado, como las pizzas de una conocida marca, pueden llevar como ingredientes aceitunas andaluzas. O como el cava, cuyas botellas seguramente se sellarán con corcho de los alcornocales extremeños.

Un paso más

El presidente el Gobierno –y no entraré en críticas ni alianzas a sus decisiones- deseó hace dos días en su comparecencia, que no salga de Cataluña ni una empresa más, ni un depósito más. En la seguridad de que más temprano que tarde las aguas retornarán a su cauce y que empresarios, compañías y empleados de las empresas radicadas en esa Comunidad Autónoma no deben ser los paganos de esta escalada política impropia, hay que ir un paso más allá.

Antes de que se haga un daño luego lamentable: consumamos, con normalidad, productos y servicios que vengan de Cataluña. Y de cualquier otro lado, claro. Sin más.

En un escenario temporal que, además, en apenas unas semanas será el de mayor concentración de consumo, el mayor reto logístico del año.

Ya sean pizzas, cavas, repuestos, automóviles, tecnología, productos farmacéuticos, servicios feriales, textiles, créditos, software, servicios post-venta, maquinaria y equipamiento, productos químicos, inversión inmobiliaria, servicios turísticos, etc. y logística, naturalmente, sin importar el origen o el destino.

Asumo que este posicionamiento puede no gustar a todos, especialmente a los más radicales, pero mi tesis es que si no se quiere contribuir a la huida hacia delante de la ruptura, lo mejor es no alimentar el sinsentido que están notando ya, los primeros, empleados y compañías, y entre estas las del sector logístico. Seamos coherentes.

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PedroPuigMontserrat
PedroPuigMontserrat
23/10/2017 08:08

Los productos catalanes son productos españoles, no caigamos en su trampa. Gracias Ricardo, coincido.
La ley no permite que dejen de serlo y, además, es imposible.
Sabina debe hacer una canción: el inmenso odio que sustenta todo esto es hacia otros catalanes.
Yo creo que quien ha generado esto en un pueblo tan pacífico como el mío, tendrá que pagarlo.

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