Inicio / Opinión / Lo malo no es dejar de hacerlo, es perder la costumbre

Lo malo no es dejar de hacerlo, es perder la costumbre

Por Ricardo J. Hernández

Existen todo tipo de crisis. De identidad, económicas, febriles, de pareja. Aunque el ideograma chino iguale nuestro concepto más negativo de crisis con el de oportunidad, no siempre ese momento “crítico”, ni su fin, suponen necesariamente un nuevo impulso. O a veces no lo parece. Lo peor viene cuando la crisis hace olvidar la necesidad por necesidad. Dejamos de hacer lo que hacíamos –y era necesario- porque ya no podemos hacerlo. Y aún más, si la crisis se perpetúa en el tiempo  –como la pasada- esa dejación se convierte en hábito: ya no lo hacemos y nos parece lo normal. La excepcionalidad se ha convertido en costumbre, la costumbre en pérdida y la pérdida en un enemigo silencioso.

Una de las conversaciones que tuve en el pasado SIL, hace un par de semanas, tenía que ver con esto. El SIL da para mucho. También para reflexionar. Mi interlocutor, viejo conocido del sector, me dijo sin ambages y reconociendo que el escenario se había tornado en esto, que su compañía ahora no hacía publicidad: “con la crisis, hemos perdido la costumbre”.

Por el tono de sus palabras y por el conocimiento que tenemos ambos del otro, deduje inmediatamente que su aseveración era, al tiempo, la constatación de un hecho y una queja, casi en tono de lamento, incluso si me apuran, de sorpresa.

Dicen que a todo nos acostumbramos, para bien o para mal, rápidamente, y que en ello nos va lo que seamos capaces de cambiar, o no, de nuestro entorno. En lo profesional o en lo personal. Sobre todo cuando esa nueva costumbre nos avoca a dejar de hacer algo que en sí mismo es positivo.

La mayor parte de las compañías hicieron dos cosas casi inmediatamente después de la constatación de que estábamos inmersos en una crisis económica: dejar de invertir en formación y dejar de invertir en publicidad. La consecuencia para los que tomaron esa decisión, la perpetuaron como costumbre y han sobrevivido, es que –ahora- su capital humano ha “perdido pie” en un entorno que por evolución es cada vez más competitivo y sus productos o servicios están en la mente del comprador al mismo nivel que otros, seguramente, de menor calidad o menores prestaciones. Y eso que los formatos publicitarios se han multiplicado, desde el tradicional papel a Internet, vídeo, multimedia, esponsorización, patrocinio, etcétera.

Volviendo a la cultura china, uno de sus proverbios dice que “una reputación de mil años puede depender del comportamiento de una hora”. La crisis ha durado algo más de una hora, por desgracia, pero el comportamiento adquirido entonces y asumido como costumbre, tanto en formación del personal, como en promoción publicitaria, es un enemigo silencioso que crece como un tumor y puede dar al traste con todo lo logrado anteriormente.

Y ahora pregúntense ¿Por qué ese o aquel otro competidor, con productos o servicios objetivamente de menor calidad, vende ahora tanto como mi compañía, donde mi compañía no puede o consigue operaciones que antes le estaban vedadas? Las respuesta es sencilla: hay que ser mejores que los demás, prepararse constantemente para serlo y que, constantemente, lo sepan los demás.

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Scroll al inicio