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Tres mujeres

Por Ricardo J. Hernández

La pasada semana se celebraba y clausuraba SIL 2017, la décimo novena edición del salón de la logística y la manutención de Barcelona. Todo un logro. Casi dos décadas de ediciones anuales consecutivas. Contra viento y marea. En esta última edición se recuperó un acto, la “Nit de la Logística”, ausente desde hacía siete años, cuyo espíritu es el de ser un evento relajado para expositores y otros invitados y marco para la entrega de los premios que otorga la feria.

No me extenderé en la carga política de esta “Nit”, lo dejo para otra ocasión. Pero si quiero poner el énfasis en lo que me parece una enorme injusticia: la falta absoluta de protagonismo de quien es, desde que nació el SIL, primero una parte muy importante de su equipo y hoy su máxima responsable y directora general: Blanca Sorigué. Ni una mención en el acto. Ni una aparición para entregar algunos de los premios. Ni siquiera puede vérsela en la foto final de grupo de premiados y personalidades. Ella es la responsable del SIL, con sus luces y sus sombras y ahí debió estar, en el estrado, junto a ministras y delegados y aún antes que ellos.

Coincidiendo con SIL, y esta es la segunda mujer, he podido entrevistar a una directiva de una gran compañía de logística alemana. Ella, de ascendencia hispana, destila compromiso, deseo de retarse a sí misma en nuevos objetivos y profesionalidad. Ha llegado muy alto en su sector y empresa y aún lo puede hacer más pero reconoce algo, discreta y educadamente. Yo lo haré sin miramientos, usando mis propias palabras: que no lo ha tenido nada fácil y que el hecho de ser mujer ha sido con frecuencia un hándicap, cuando no una barrera, que aún lo es y que ha debido acostumbrase a ello.

También en las mismas fechas, se celebraba en Bilbao una importante feria profesional de ferretería. Y allí una de las publicaciones de ese sector, que desde luego no nombraré, insertaba un anuncio en el que una mujer –la tercera y más desconocida- con el torso desnudo, mostraba uno de sus pechos mientras sobre el otro sostenía un disco abrasivo, objetivo último, qué no único de esa publicidad incalificable, que la revista debió negarse a publicar y la marca siquiera llegar a pensar como imagen promocional.

Este blog podría haberse titulado simplemente “Mujeres”, porque no hay tres, hay decenas, centenares de ejemplos como estos. Algunos pensarán que los tres no corresponden a la misma categoría, que hay diferencias. Para mí una cosa lleva a la otra, o de una práctica, otra se convierte en normalidad. Eso sí, sin distinción sectorial.

Y aún hay quien cree que estas “cosas” no merecen siquiera una discusión, que son normales por ser legales. En realidad, no merecen una discusión. Lo que merecen, de verdad, y no sólo para la galería es un sonoro: “Ya está bien”.

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