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El viaje, en tren, a ninguna parte

Por Ricardo J. Hernández

Participé el pasado viernes en el II Encuentro Internacional de Corredores Europeos a su paso por España. Loable idea la de organizar este foro tres años después de haber convocado la primera edición. El objetivo era hacer balance de situación sobre los progresos del ferrocarril de mercancías, esencia de esa red de Corredores en la que España está inserta con el Atlántico y el Mediterráneo.

Y digo que era el objetivo, porque pese a los buenos oficios organizativos de ACTE (Asociación de Centros de transporte de España) y de su presidente, Ramón Vázquez, de la nutrida participación de representantes autonómicos (y portuarios) y del formato elegido (el grueso eran tres mesas de debate con periodistas especializados), prácticamente para lo único que sirvió el encuentro fue para comprobar cómo el acuerdo es unánime, al igual que la queja, a la hora de hablar del ferrocarril de mercancías: ni está, ni tampoco se le espera.

Plazos y proyectos que no se cumplen, descordinación, recursos impropios del siglo XXI, Francia como mal compañero de viaje, promesas imposibles y quejas, sobre todo quejas. Un panorama demoledor que difícilmente se arregla con el diseño de la Red Transeuropea de Transporte y sus nueve Corredores, de los que dos de ellos nacen o mueren en Iberia.

El transporte de mercancías por ferrocarril en niveles mínimamente aceptables es hoy en España una utopía. Se habla mucho pero se avanza poco, cuando no se retrocede. La intermodalidad ferrocarril-puerto, parecía su gran oportunidad pero ¡ca! Que se lo digan al Puerto de Algeciras.

Y por si fuera poco, cada cual se mira el ombligo todo lo que puede. Incapaces de analizar el cuánto y el porqué antes del dónde, los gobernantes, de los nacionales a los locales, intentan –como siempre por otra parte, esta es una música conocida- que los Corredores existentes u otros –el papel lo aguanta todo- pasen por delante de su casa para contentar a vecinos y votantes.

Nos queda, eso sí, el consuelo del tonto, porque en Europa tampoco son muchos los que creen de verdad en ese modo. Francia sin ir más lejos, nuestro paso obligado hacia el resto de Europa, mantiene una política errática en este sentido, por no decir sordomuda.

Seguramente, el discurso plañidero de los representantes autonómicos y portuarios que formaron parte del elenco de ponentes de este foro, era esperado. Quizás, o seguramente también por eso, los representantes del Ministerio de Fomento invitados que iban a formar parte del debate se “cayeron” del cartel a menos de 48 horas de su celebración. Así no tuvieron que someterse al sonrojo de contestar al porqué de la desaparecida Estrategia Logística (que tiene al ferrocarril de mercancías como referente), o al porqué de las ingentes cantidades presupuestarias dedicadas al AVE en esta legislatura y las ridículas para las mercancías por ese mismo modo.

Podría pensarse que no estuvieron porque estamos a menos de un mes de las Elecciones Generales y porque había mucha luz y muchos taquígrafos en el evento. Ellos dirán que esa no fue la razón ¿Y usted?

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