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El invierno ruso ¡cáspita!

La nueva ruta de la seda está parada. Varada sería el término adecuado, si no fuera porque se trata de una línea ferroviaria, la más larga del mundo, 13.000 kilómetros entre Yiwu (China) y Madrid. Parada apenas inaugurada, a bombo y platillo político-mediático, el pasado 9 de diciembre, con la llegada del primer tren a Madrid. Por ahora el bombo, en forma de yuanes, lo ponen los chinos y el platillo, nosotros.

Alguien se ha equivocado o precipitado, porque los 82 contenedores del Yixinou, que así se llama este tren, esperan a medio cargar en la estación madrileña de Abroñigal. Quizás el error sea de los empresarios chinos. Quizás, de los departamentos de comercio españoles. Quizás de ambos.

Una de las razones para que este dragón comercial permanezca dormido es que nadie parece haber tenido en cuenta que, a estas alturas del calendario, debería circular por territorio ruso, kazajo o bielorruso a temperaturas de -20º C ó -30ºC y eso es “letal” hasta la incompatibilidad para dos de las mercancías que más esperanza despertaban para los trayecto de vuelta: aceite y vino.

La otra, es que pese a que el viaje entre China y España se acorta en más de la mitad de tiempo respecto al barco -de 45 a 21 días- y que evita el tránsito desde Madrid (punto neurálgico para la logística española con más del 60 por 100 de todo el tráfico nacional) a puerto de mar, el coste sigue siendo mayor para el tren. De momento y mientras no haya carga por ambos extremos de la línea y eso la convierta en regular.

Además de la foto de la alcaldesa de Madrid y la ministra de Fomento, y de la singularidad del primer viaje atravesando ocho países y dos Continentes, el Yixinou no parece haber despertado demasiado interés, por ahora, entre el empresariado o los operadores comerciales españoles con capacidad o intención de exportar al gigante asiático. Otro error de cálculo.

En fin, más que un aguacero o un chaparrón de realidad y datos objetivos (temperatura inadecuada, mercancías insuficientes, costes poco competitivos), se trata de un auténtico temporal de nieve a temperaturas muy por debajo del cero, que sería el punto de equilibrio volumétrico y económico que mantenga la línea. Pese a todo un magnífico proyecto.

Habrá que esperar al “deshielo” del primer tren de vuelta -por ahora sin fecha- para emular a Marco Polo.

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