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La prosaica magia de la Navidad y el papelón de Ferré

Todo el mundo sabe que se acerca la Navidad. No hacer falta mirar el calendario. El Corte Inglés y el resto de la distribución comercial, junto a los fabricantes de productos estacionales, ya sean juguetes y turrones o colonias y lotería (este año no sé si jugar o cortarme las venas a la vista del lacrimógeno spot televisivo), ya nos lo están recordando. El consumidor engrasa la cartera y empieza a hacer planes. Y el comercio está en pleno acopio.

Durante las seis semanas que arrancan más o menos hacia el 8 ó 10 de noviembre y llegan hasta las vísperas de Nochebuena, la gran distribución, las medianas superficies y el comercio tradicional, sin olvidar las plataformas de comercio electrónico, reciben el gran avituallamiento que desemboca en la mayor concentración de consumo de todo el año, que va del 20 de diciembre al 5 de enero, y que luego tiene su prórroga en las rebajas con las que da comienzo el año.

Los almacenes y las salas de ventas se llenan estos días hasta el límite de mercancías no perecederas, alimentación seca, artículos de bazar, textil, juguetes, ocio, electrónica, informática, papelería, etc. Y un poco más tarde las perecederas. Es importante tener el surtido adecuado y completo. El cliente no espera, y mucho menos en unas fechas en las que el calendario es implacable: Papá Noel o los Reyes Magos no pueden posponerse, y muchos menos las pantagruélicas cenas y comidas que se concentran en esas fechas.

De ahí que el pánico se apoderara de los colectivos comerciales las pasadas semanas (¡socorro!) ante la perspectiva de un paro en el transporte de mercancías que, finalmente, no se ha producido. Quien más quien menos, ya estaba buscando alternativas -muy difíciles en este caso con todo el sector del transporte cerrando filas- o adelantando entregas. Tal ha sido el apretón de corbata que han sentido los cargadores (en la fase de acopio de una campaña que se anuncia como la mejor en ¡siete años!) que los empresarios del transporte por carretera se han encontrado con un inesperado aliado que ha movido sus influencias y, por una vez, ha estado del lado del apoyo al trasiego de mercancías y no de la presión.

Bien está lo que bien acaba, aunque no para todos. Háganme un favor. Vayan a ver esta foto y vuelvan ¿Ya han vuelto? Pues eso: no para todos. Cada uno de los protagonistas de la imagen (el acuerdo entre el sector del transporte por carretera y Hacienda) representa a las mil maravillas su papel. Ovidio de la Roza (presidente del CNTC), sonriente, de frente; otros miembros del Comité de transportistas con miradas y caras de satisfacción, le arropan, como el coro de una tragedia griega; por su parte Miguel Ferré, secretario de Estado de Hacienda, más que papel, tiene en esta obra un “papelón”, el que le ha dejado su “jefe” Montoro para que se las componga: gesto resignado, de lado, como queriendo escaparse del escenario. Y no era para menos. Esto sí que ha sido un gol, y no los de Messi, Mandzukic o Ronaldo.

Pero, en fin, lo importante es que tendremos Navidad para consumir y, parece, que un buen número de contratos, muchos de ellos en tareas logísticas. Y esa sí que es buena noticia.

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