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La perversión y el maestro zen

Sin duda una de las noticias de la pasada semana en nuestro orbe logístico ha sido el anuncio de la retirada de Gonzalo Sanz después de casi de 30 años dedicado al sector desde la empresa privada y las instituciones  y colectivos logísticos (CEL, AECOC, ANADIF, Lógica y UNO).

Con independencia del acuerdo u oposición a sus postulados, que siempre, eso sí, han tenido como común denominador la suma sectorial -de ahí su implicación y liderazgo en diferentes asociaciones-, Gonzalo Sanz no ha dejado nunca indiferencias por donde ha pasado, sumando sonoros adeptos y vociferantes disensos.

El día que convocaba a los medios en un formato tertuliano de los que tanto le gustan para anunciar su retirada, no iba a ser menos. Tras la justificación personal de su marcha, sin más argumento que pasar página y dejar a otros, porque ya está bien, desgranó algunas perlas mordaces sobre el sector logístico y de transporte donde hubo de todo: tímidos y conservadores aplausos a Fomento por sus últimas actuaciones (la Estrategia Logística); moderada satisfacción por haber contribuido a traer a la logística hasta aquí, aún sin considerarlo suficiente; y mandobles a repartir para tirios y troyanos por la situación laboral del sector, los convenios, CNTC y sobre todo para quienes, en su opinión, hacen de la corrupción hábito a la hora de repartir los fondos de formación de la Fundación Tripartita, tanto que más que un medio lo considera un perverso fin.

Las acusaciones son muy graves, aunque seguro que a muchos no sorprenden, pues el reparto multimillonario de esos fondos para formación de trabajadores siempre ha estado rodeado de un mar de fango maloliente. A este respecto Sanz -que nunca da puntada sin hilo- teje una cadeneta en la que están engarzadas instituciones que, según él, despistan hasta un 30 por 100 de esos fondos -que no llegan a los trabajadores- y luchan por consecución a brazo partido, como objetivo único y por encima de su representatividad sectorial.

En un país -este- recordland en corrupción desde la más alta institución a la más baja, donde las cajas B, dineros en negro y economías sumergidas son sustanciales y recurrentes, quizás no sorprendan estas afirmaciones, por más que sostengan actitudes caciquiles, insolidarias y mafiosas. Lo que habrá que ver, eso sí podría ser sorprendente, es si ese señalamiento tiene su respuesta (todos saben de qué se está hablando) o se adoptará la postura del avestruz, haciendo bueno el dicho francés “laissez faire, laissez passer”. Como venía a decir el maestro zen que citaba el malogrado Phillip Seymour Hoffman en su conversación con Toma Hanks, en la película “La Guerra de Charlie Wilson”: veremos.

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