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Un cuento chino

Por Ricardo J. Hernández

Primero despertó, luego se desperezó, estiró sus músculos tras un sueño literalmente milenario y ahora se ha calzado las zapatillas de deporte y ha salido a la calle para correr por delante de los demás: China ya lidera el comercio mundial. Y no solo eso. Las importaciones crecen a un ritmo incluso superior a las exportaciones.

Las cifras apabullan: un 10 por 100 del comercio mundial pasa por China (llega o sale de allí), su economía -aunque ha abandonado los dos dígitos y refleja algo de la crisis mundial- crece a un ritmo del 7,6 por 100 anual, y el conjunto de exportaciones e importaciones suma 3,05 billones de euros, superando a los Estados Unidos en el liderazgo (detrás están Alemania y Japón).

Sin entrar de lleno en el análisis político, China ha pasado de ser un país medieval bajo la autoridad divina del emperador a convertirse en un modelo de aplicación de las doctrinas comunistas, o de una economía cerrada y agrícola a ser la fábrica “low cost” de occidente en apenas un siglo. Hoy aplica un modelo económico-político impensable hace tan solo unas décadas, con un capitalismo extremo que convive “contra natura” con las tesis comunistas, un consumo que crece exponencialmente y unas posibilidades comerciales e industriales que empiezan ya a mirar más hacia dentro que hacia afuera.

La logística y sus proveedores son han sido ajenos a este macrodesarrollo. Los puertos chinos están a la cabeza mundial, sus plataformas logísticas no tienen parangón (por volumen y expansión) y no son pocos los proveedores de equipamiento (carretillas, manutención) que ya han instalado unidades fabriles en sueño chino.

Lo que a finales del siglo XX se vislumbraba en el horizonte, pero todavía parecía un cuento chino, es hoy una realidad.

¿Cómo se ha conseguido? El verdadero cuento chino es el del trabajo y planificación. No diré que China es un modelo indudable, pues la censura, las purgas, etc. o la contaminación extrema le “bajan la nota”, pero si es un ejemplo de velocidad en ese desarrollo y, sobre todo, se muestra como una oportunidad comercial que, se me antoja, puede ser más rentable y longeva que otras emergentes hoy en diferente latitud.

No nos va a quedar más remedio -algunos ya tienen esos deberes hechos- que aprender chino y empezar a conocer esa cultura que desde luego no es la del Kung-fu, ni la de la comida que nos ofrecen los restaurantes chinos, y sí la del confucionismo, el budismo o la de la complejidad de sus 58 etnias diferentes.

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Pedro Puig Montserrat
Pedro Puig Montserrat
13/01/2014 11:18

No sé qué parte proporcional es trabajo y qué parte es planificación, pero no hace mucho, alguien importante dijo que debíamos aprender de una nueva forma de trabajar y creo que casi todos nos sentimos ofendidos.

Creo que el primer capítulo del “cuento chino” es ser la fábrica low-cost de occidente, y eso ya lo han conseguido en este siglo XXI, pero copiarán mas rápido los defectos que las virtudes del mundo occidental, y después aumentarán su consumo interno para ser como nosotros,… o mejores, o diferentes y, desde luego, independientes de nosotros.

…y entonces, ya todos no nos parecerán iguales.

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