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Qué pasa cuando los clientes son robots

Por Juan Manuel Fernández

Qué pasa cuando los clientes son robots. Es la pregunta que hay que hacerse cuando se quieren lanzar mensajes comerciales a través de internet. También es la pregunta que tenemos que hacernos los periodistas cuando redactamos información. Cómo escribir, cómo comunicar, para que los buscadores -manejados por robots y algoritmos- consideren el contenido interesante.

A los que provenimos del mundo analógico -la mayoría de los que tomamos decisiones en el sector de ferretería y bricolaje- nos cuesta entender esto, pero hay que tenerlo claro. Nada de metáforas literarias, nada de poesía, ningún sobreentendido, ni circunloquios, ni juegos de palabras para personas inteligentes.

Ya se que es difícil acostumbrarse, pero los algoritmos son crueles con los creativos rebeldes.

Solo palabras clave, párrafos cortos, directos; sujeto, verbo y predicado, negritas, subrayados, enlaces internos y externos… Al grano, que los robots -la inteligencia artificial está todavía en mantillas- no entienden de ironía, de frases contextualizadas ni de pasión por el argot sectorial.

Escribir para robots requiere cumplir reglar muy estrictas.
Los buscadores robots son simples. Solo entienden conceptos sencillos. Por eso las palabras claves son eso, claves. Si quiere hablar de martillos diga eso, martillos.

Diga martillo si lo que quiere es definir la herramienta usada para golpear clavos e introducirlos en un soporte sólido. No le dé vueltas, diga venta si lo que quiere es vender; diga oferta, descuento, gratis, compre 2 y pague 1. Pero no sature los mensajes de palabras clave porque a los robots les molesta, los consideran intrusivos y agresivos y los penalizan mandándolos a las profundidades del SEO.

Lectores mediatizados

Sí, ya se que me dirán que al final del viaje hay personas que leen y que valoran las frases bonitas, las yuxtaposiciones y los adverbios en su sitio. El problema es que entre el emisor y el receptor del mensaje se encuentran esos buscadores que discriminan lo que merece la pena o no ser leído. Y si deciden que no, los mensajes quedan flotando para siempre en un rincón de la “World Wide Web” ensordecidos por millones de otros mensajes más “friendly”.

Los nativos digitales lo entienden perfectamente. Lo malo es que en nuestro sector todavía hay pocos que tomen decisiones. Por eso, la mayoría de las webs de ferretería y bricolaje están mal posicionadas y, siempre, aparecen por detrás de las que representan a los “pure players”, las “start up” o las simples agregadoras de contenido específico.

Visibilidad es el concepto clave. Y la visibilidad la da el SEO. Y el SEO es una cuestión de reglas que hay que seguir con la fe del fanático.  Así que a ello. Y si tienen dudas, pregunten a los robots.

Feliz semana.

 

 

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