Boicot

No hace muchos meses, cuando ya “el procés” se acercaba a su fase final, hablaba con un puñado de fabricantes del sector de ferretería y bricolaje sobre los efectos que podría tener sobre la marcha del mercado. La mayoría, por no decir todos, se mostraban tranquilos y descartaban que pasara nada. “Esto no va a llegar a ningún lado”, decían.

Hoy, la situación es de máxima complejidad y las empresas se enfrentan a un futuro incierto en el que palabras como deslocalización, recesión o boicot ocupan un lugar protagonista. A la palabra boicot me voy a referir en los próximos párrafos de este post del último lunes de octubre. Otro día me ocuparé de los ingenuos.

Boicot

Propongo boicotear a los mentirosos y a los que dicen medias verdades, a los que proponen diálogo y se niegan a dialogar, a los que prometen la Arcadia o el infierno -según les interesa para sus fines-, a los que se aprovechan de la buena fe y la incultura de sus conciudadanos, a los que están dispuestos a creerse cualquier historia sin contrastarla, a los que diferencian a los corruptos y a los violentos, según sean de los suyos o de los nuestros.

También a los que utilizan las banderas como arma arrojadiza, a los que piden respeto sin respetar, a los que con sus acciones fracturan y dividen a la sociedad, a los que solo escuchan lo que les interesa, a los que prefieren y alientan el “cuanto peor, mejor”; a los que pretenden que la ley no sea igual para todos, a los que se la saltan pero quieren negociar, a los que utilizan el chantaje como arma política, a los astutos y a los don tancredos.

Y, por supuesto, a los antisistema que viven del sistema, a los que defienden el sistema pero actúan contra él pervirtiéndolo y retorciéndolo para que ampare sus espúreos intereses, a los que judicializan la política, a los que politizan la justicia, a los que defienden la división de poderes pero quieren acapararlos todos, a los periodistas vendidos, a los políticos comprados, a los empresarios corruptores, a los funcionarios corruptos…

Acabo. Pido boicotear a las malas personas, no a los buenos productos; a los que ponen fronteras, no a las tierras cuya única culpa es albergar temporalmente a gente ruín y malhadada.

Y propongo trabajar juntos para que todos los boicoteados no nos hagan más difícil lo que ya de por sí es complicado: comprar, vender, dar servicio y ganar dinero.

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Rafe Rita Gimeno
Rafe Rita Gimeno
30/10/2017 16:53

Madre mía¡¡¡ No has dejado títere con cabeza

Manuel
Manuel
30/10/2017 15:10

Muy bonito, lógico, racional y éticamente evidente, por lo menos en teoría.
Luego llegan las elecciones y este boicot tan merecido no queda reflejado en los resultados. Prueba de ello es que nos dirigen partidos políticos minados de corruptos e ineptos desde hace décadas, tanto a nivel estatal como en comunidades como Cataluña o Andalucía, por nombrar solo algunas.
Podemos tener la incredulidad de confiar en la inteligencia del pueblo, lo cual puede llevarnos a un Brexit en Gran Bretaña, un Trump en EEUU, o un intento de independencia fallida y ruinosa en Cataluña, tanto en las formas como en el fondo. Al final, todo depende de los millones invertidos en medios de comunicación a veces convertidos en el “Nodo” del cacique de turno.
Y mientras tanto, en el medio de este mar de politiqueo absurdo y manipulador, nos encontramos las empresas, luchando por intentar mejorar y crecer, y sin duda echando de menos estos periodos transitorios como los 10 meses que tuvimos sin gobierno, durante los cuales pudimos trabajar, invertir e innovar, sin quedar asustados al ver el telediario por la noche.

Jorge P.
Jorge P.
30/10/2017 11:17

Amén.

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