No hace muchos meses, cuando ya “el procés” se acercaba a su fase final, hablaba con un puñado de fabricantes del sector de ferretería y bricolaje sobre los efectos que podría tener sobre la marcha del mercado. La mayoría, por no decir todos, se mostraban tranquilos y descartaban que pasara nada. “Esto no va a llegar a ningún lado”, decían.
Hoy, la situación es de máxima complejidad y las empresas se enfrentan a un futuro incierto en el que palabras como deslocalización, recesión o boicot ocupan un lugar protagonista. A la palabra boicot me voy a referir en los próximos párrafos de este post del último lunes de octubre. Otro día me ocuparé de los ingenuos.
Boicot
Propongo boicotear a los mentirosos y a los que dicen medias verdades, a los que proponen diálogo y se niegan a dialogar, a los que prometen la Arcadia o el infierno -según les interesa para sus fines-, a los que se aprovechan de la buena fe y la incultura de sus conciudadanos, a los que están dispuestos a creerse cualquier historia sin contrastarla, a los que diferencian a los corruptos y a los violentos, según sean de los suyos o de los nuestros.
También a los que utilizan las banderas como arma arrojadiza, a los que piden respeto sin respetar, a los que con sus acciones fracturan y dividen a la sociedad, a los que solo escuchan lo que les interesa, a los que prefieren y alientan el “cuanto peor, mejor”; a los que pretenden que la ley no sea igual para todos, a los que se la saltan pero quieren negociar, a los que utilizan el chantaje como arma política, a los astutos y a los don tancredos.
Y, por supuesto, a los antisistema que viven del sistema, a los que defienden el sistema pero actúan contra él pervirtiéndolo y retorciéndolo para que ampare sus espúreos intereses, a los que judicializan la política, a los que politizan la justicia, a los que defienden la división de poderes pero quieren acapararlos todos, a los periodistas vendidos, a los políticos comprados, a los empresarios corruptores, a los funcionarios corruptos…
Acabo. Pido boicotear a las malas personas, no a los buenos productos; a los que ponen fronteras, no a las tierras cuya única culpa es albergar temporalmente a gente ruín y malhadada.
Y propongo trabajar juntos para que todos los boicoteados no nos hagan más difícil lo que ya de por sí es complicado: comprar, vender, dar servicio y ganar dinero.
No lo sé Rafe, pero necesitaba compartir con vosotros lo que me ronda por la cabeza. Gracias
Lamentablemente, Manuel, vivimos en una sociedad muy manipulable. Quien controla los medios de comunicación y las redes sociales manipula con impunidad a las masas. Me atrevo a decir que todo esto tiene origen en una educación sectaria que obvia los valores y reescribe la historia a conveniencia.
Gracias Jorge por tu bíblico comentario.
Madre mía¡¡¡ No has dejado títere con cabeza
Muy bonito, lógico, racional y éticamente evidente, por lo menos en teoría.
Luego llegan las elecciones y este boicot tan merecido no queda reflejado en los resultados. Prueba de ello es que nos dirigen partidos políticos minados de corruptos e ineptos desde hace décadas, tanto a nivel estatal como en comunidades como Cataluña o Andalucía, por nombrar solo algunas.
Podemos tener la incredulidad de confiar en la inteligencia del pueblo, lo cual puede llevarnos a un Brexit en Gran Bretaña, un Trump en EEUU, o un intento de independencia fallida y ruinosa en Cataluña, tanto en las formas como en el fondo. Al final, todo depende de los millones invertidos en medios de comunicación a veces convertidos en el “Nodo” del cacique de turno.
Y mientras tanto, en el medio de este mar de politiqueo absurdo y manipulador, nos encontramos las empresas, luchando por intentar mejorar y crecer, y sin duda echando de menos estos periodos transitorios como los 10 meses que tuvimos sin gobierno, durante los cuales pudimos trabajar, invertir e innovar, sin quedar asustados al ver el telediario por la noche.
Amén.