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En liquidación

Cerca de mi casa hay una ferretería que ha puesto hace unos días el cartel: “Liquidación”. Y, al lado, otro que pone: “Se alquila”. Traigo aquí el hecho para ilustrar uno de los fenómenos que más se repiten en el canal de proximidad de ferretería y bricolaje, el de una ferretería que tras unas cuantas décadas de actividad echa el cierre por jubilación o hartazgo del o los dueños.

Según los datos que manejan las principales organizaciones gremiales y de distribución, la citada es la principal causa de desaparición de establecimientos del ramo en los quince últimos años. No la falta de ventas o la reducción de la rentabilidad –que también-, sino el aburrimiento y el hartazgo de los propietarios, que cansados y sin sucesión clara, tiran la toalla y buscan una renta mensual complementaria para la jubilación con el alquiler del local.

Lo realmente sorprendente de este tipo de situaciones es que, en general, se producen porque nadie las ha previsto con tiempo o, si lo ha hecho, no se ha tomado ninguna medida para acometerlas con garantías. Cuando llega el momento, el deterioro del establecimiento es tan manifiesto que resulta casi imposible encontrar a nadie que le dé continuidad. En el caso al que me refiero, ferretería bien situada en un barrio popular, el escaparate es el mismo que hace por lo menos diez años, con los mismos productos, con los mismos carteles de precios –más descoloridos- con la pátina lógica derivada del paso del tiempo, con un rótulo de Ferrobox, la cadena impulsada por Nireo, desaparecido ya hace una década, y con un aspecto general de comercio triste y decrépito. ¿Se imaginan lo difícil que es reflotar este barco?

En cuanto al alquiler, el problema es que ahora no hay bancos interesados en ampliar su red de sucursales, más bien lo contrario, son las ferreterías las que ocupan antiguos locales de sucursales bancarias. Para un supermercado, el local es pequeño y para una peluquería, grande. Quedan como opciones las clínicas dentales o para mascotas o, quizá la mejor opción, una tienda regentada por chinos para atender las urgencias del barrio cuando todo lo demás está cerrado.

En mi opinión, la mejor opción hubiera sido planificar con tiempo suficiente la sucesión –dentro o fuera de la familia-, pero eso son palabras mayores cuando se trata de la ferretería de proximidad. Y, por eso, en las mismas circunstancias, otros cientos de establecimientos cerrarán en los próximos cinco años. Y, por eso, siendo positivos, otros emprendedores del canal ferretero podrán aprovechar los huecos dejados por quienes no han sabido o no han querido trabajar por la continuidad de su negocio.

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yolokito
yolokito
24/01/2017 12:31

Así es, querido amigo. El ferretero clásico, por naturaleza, piensa poseer un gran tesoro en sus estanterías repletas de chatarra obsoleta, que ya nadie necesita y carecen de valor alguno. Intenta convencer al candidato en la idea de que pagando el precio que él propone, este habrá sido el que gestione tan magnífico patrimonio. Igual ocurre con la cartera de clientes o la renta del inmueble, que en muchas ocasiones, el ferretero que se forjó a sí mismo, valora teniendo en cuenta el pasado sin competidores o la gran demanda existente antaño. Como un negocio que fue, en vez de cómo un autoempleo que será. La ley de la oferta y la demanda pondrá orden. Si su local es realmente magnífico se verá rápido. Si su inventario está ajustado a valor y demanda actuales, alguien lo sabrá comprar. Y si su cartera de clientes es tan fiel, no por el engranaje personal de favores y formas de venta y pagos pactadas, a veces al margen de la legalidad vigente, esta se valorará. El emprendedor preparado, informado, observador, centrado, conocedor de la realidad actual y de la clientela a la que se quiere dirigir, no escuchará esos cantos de sirenas, y… Leer más

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